Sí, Finney era un Enemigo del Evangelio!-Parte IV
Un mensaje para pecadores que diga que el hombre es esencialmente bueno, que puede justificarse a sí mismo y que no necesita de una persona que pague por sus pecados y que cumpla la ley en su lugar, no son buenas noticias. Y sin embargo, esto era, como hemos visto hasta ahora, lo que Finney enseñaba. No sólo negó la doctrina del pecado original, sino que negó la necesidad de una expiación sustitutiva de Cristo por los pecadores, y negó aún con más energía, la doctrina de la justificación por imputación. Queda claro que Finney era un verdadero enemigo del evangelio de Jesucristo!
En lo que vamos a ver a continuación, notaremos con mayor claridad lo que Finney creía acerca del estado del hombre natural y de sus capacidades espirituales. Veremos lo que enseñaba con respecto a la regeneración o el nuevo nacimiento y quedará más claro -si es que puede ser así- que este hombre era un hereje.
Entonces, qué dijo Finney acerca de la regeneración? En el capítulo 23 de su teología sistemática escribió lo siguiente,
No es un cambio en la sustancia del alma o del cuerpo. Si así fuera, a los pecadores no se les requeriría llevarlo a cabo. Tal cambio no constituiría un cambio en el carácter moral. Ningún cambio se necesita puesto que el pecador tiene todas las facultades y los atributos naturales requeridos para rendir obediencia perfecta a Dios. Todo lo que necesita es ser inducido a usar estos poderes y atributos como se debe. Las palabras conversión y regeneración no implican ningún cambio en la sustancia, sino sólo un cambio de estado moral o de carácter moral. Los términos no se usan para expresar un cambio físico sino moral, la regeneración no expresa o implica la creación de nuevas facultades o atributos de la naturaleza, ni ningún cambio en la constitución de la mente o el cuerpo. Enfatizaré más sobre este punto cuando lleguemos al análisis de las teorías filosóficas de la regeneración.”
Queda claro que para Finney el apóstol Pablo estaba equivocado cuando dijo que los que estaban en Cristo habían sido hecho nuevas criaturas (2 Cor 5:17). Finney no creía en una regeneración monergística, es decir, que el nuevo nacimiento era algo obrado exclusivamente por Dios como bien lo escribió el apóstol Juan (Juan 1: 12-13). Criticando esta visión de la regeneración escribió,
Quienes se apoyan en la depravación moral física o constitucional deben sostenerse, desde luego, en la regeneración constitucional, y por supuesto, la consistencia los obliga a mantener que hay más que un agente empleado en la regeneración y que es el Espíritu Santo, y que ningún otro instrumento más se emplea porque la obra es, según ellos, un acto de poder creativo, que la misma naturaleza es cambiada y, desde luego, ningún instrumento puede utilizarse, ni más que en la creación del mundo. Estos teólogos han afirmado, una y otra vez, que la regeneración es un milagro, de que no hay tendencia alguna en el evangelio, no obstante presentado, sea por Dios o el hombre, para regenerar el corazón. El doctor Griffin, en sus cátedras en la calle Park, mantiene que el evangelio, en su tendencia natural y necesaria, crea y perpetúa sólo la oposición y el odio de Dios hasta que el corazón es cambiado por el Espíritu Santo. Él entiende que la mente carnal no es un estado voluntario, no tras la carne, sino la misma naturaleza y constitución de la mente; y que la enemistad contra Dios es una parte, atributo, o apetito de la naturaleza en sí misma. Consecuentemente, debe negar la adaptabilidad del evangelio para regenerar el alma. Se ha proclamado por esta clase de teólogos, un sinfín de veces, que no hay conexión filosófica entre el predicar el evangelio y la regeneración de los pecadores, ninguna adaptación en el evangelio para producir ese resultado, sino, al contrario, que se adapta para producir un resultado opuesto. Las ilustraciones favoritas de sus percepciones han sido Ezequiel que profetiza a los huesos secos, y a Cristo que restaura la vista al ciego al poner lodo en sus ojos. Ellos dicen que la profecía de Ezequiel a los huesos secos no tiene tendencia para avivarlos. Y el lodo usado por el Salvador fue calculado en vez de destruir que restaurar la vista. Esto muestra cuán fácil para los hombres es adoptar una filosofía perniciosa y absurda y luego creer encontrarla apoyada por la Biblia. ¿Cuál debe ser el efecto de inculcar un dogma que el evangelio no tiene nada que ver con regenerar al pecador? ¡En lugar de decirle que la regeneración no es más que abrazar el evangelio, decirle que debe esperar, y primero tener recreada su constitución antes de que posiblemente pueda hacer algo más que oponerse a Dios! Es decirle la falsedad más grande, abominable y ruin. Es burlarse de su inteligencia. ¡Qué! ¡Pedirle, en el dolor de la muerte eterna, que crea, que abrace el evangelio, que ame a Dios con todo su corazón, y al mismo tiempo representarlo como totalmente inútil y constitucionalmente enemigo de Dios y del evangelio, y como estar bajo la necesidad de esperar a Dios que regenere su naturaleza, antes de que sea posible para que él haga otra cosa que odiar a Dios con todo su corazón!“
Entonces, lo que hizo Jesús con el joven rico fue una burla? El joven vino a Jesús con deseos de heredar la vida eterna, Jesús le predicó un Dios Santo, le mostró su pecado, la dureza de su corazón, la necesidad de arrepentirse y creer en Él y luego lo dejó ir. Esto para Finney era una burla. Sencillamente, según Finney, el joven rico se rehusó a cambiar. Pero la Biblia nos muestra otra cosa totalmente. Nos muestra que es Dios quien abre los corazones de las personas para creer. Nos dice que es la palabra de Dios la que nos regenera. Nos dice que es a voluntad del Espíritu Santo que los hombres nacen de nuevo. Pero, para Finney esto es una locura!
Cómo concebía la regeneración?
Hemos visto que el sujeto está activo en la regeneración, que ésta consiste en el cambio del pecado en su elección soberana, intención, preferencia, en cambiar de egoísmo a amor o benevolencia, o en otras palabras, en volverse de la elección suprema de gratificación de uno mismo al amor supremo de Dios y el mismo amor a su prójimo. Desde luego, el sujeto de la regeneración debe ser un agente en la obra.”
Entonces, la salvación no es de Jehová (Jonás 2:9); pues para Finney la salvación es el logro de cada pecador. Es él quien se regenera. No es esto un mensaje totalmente opuesto al evangelio predicado por Jesucristo y los apóstoles? Entonces, cómo puede decir alguien que Finney era un cristiano si él no creía en las doctrinas que creen los cristianos? Defender a Finney es defender lo indefendible a la luz de sus propias enseñanzas. Y ese, hermanos, ha sido mi propósito en esta corta serie: mostrar la falsedad de Finney y su odio al evangelio de Jesucristo en sus propias palabras.
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Saludos Eduardo,
Me está gustando la linea sistematica que estas haciendo, desde la raiz a las consecuencias. Creo que John Macarthur en su “Avergonzados del evangelio” tiene un apéndice de los “frutos” del avivamiento que tuvo lugar con su predicacion, incluso las mismas iglesias que él miso fundó no quisieron volver a verle y ni siquiera era bienvenido, lástima que no tengo el libro ahora mismo en Londres, lo tengo en España.
Muy buenos articulos!!!
Excelente!!, pero deberías agregar las citas literales, la página y los datos del libro que has citado.