A.W. Pink Sobre la Lectura de la Biblia y la Oración
Estuve leyendo un documento escrito por el gran teólogo Arthur Pink con respecto a la lectura Bíblica y sus beneficios sobre el creyente. Y con respecto a la oración Pink escribe,
Un cristiano que no ora es simplemente una contradicción. Como el niño que nace muerto es un niño muerto, un creyente profeso que no ora está desprovisto de vida espiritual. La oración es el respirar de la nueva naturaleza del creyente, como la Palabra de Dios es su alimento. Cuando el Señor dijo al discípulo de Damasco que Saulo de Tarso se había convertido de veras, le dijo: «He aquí, Saulo ora» (Hechos 9: 11). En muchas ocasiones el altivo fariseo había doblado sus rodillas ante Dios y había cumplido sus «devociones», pero esta vez era la primera vez que «oraba». Esta importante distinción debe ser subrayada en este día de fórmulas sin poder (2ª Timoteo 3:5). Aquellos que se contentan con dirigirse a Dios de modo formal no le conocen; porque «el espíritu de gracia, el de suplicación» (Zacarías 12: 10), no se separan nunca. Dios no tiene hijos en su familia regenerada que sean mudos. «¿No vengará Dios a sus escogidos que claman a El de noche y de día?» (Lucas 18:7). Sí, «claman» a El, no meramente «rezan» sus oraciones.
Pero es probable que el lector se sorprenda cuando siga leyendo que el autor cree que, probablemente, el propio pueblo de Dios ¡peca más en sus esfuerzos para orar que en relación con ningún otro objetivo en que se ocupa! ¡Qué hipocresía hay en la oración, cuando debería haber sinceridad! ¡Qué exigencias tan presuntuosas, cuando debería haber sumisión! ¡Qué formalismo, cuando tendría que haber corazones quebrantados! ¡Cuán poco sentimos realmente los pecados que confesamos, y qué poco sentido de la profunda necesidad de su misericordia! E incluso cuando Dios consiente en librarnos de estos pecados, hasta cierto punto, qué frialdad en el corazón, qué incredulidad, cuánta voluntad propia y autocomplacencia. Los que no tienen perceptividad para estas cosas son extraños al espíritu de la santidad.
Ahora bien, la Palabra de Dios debería dirigirnos en oración. Por desgracia, cuán a menudo hacemos que nuestra inclinación carnal sea la que dirige nuestras peticiones. Las Sagradas Escrituras nos han sido dadas para que «el hombre de Dios sea enteramente apto, bien pertrechado para toda buena obra» (2ª Timoteo 3:17). Como que debemos «orar en el Espíritu» (Judas 20), se sigue que nuestras oraciones tienen que estar de acuerdo considerando que El es el autor de ellas. Se sigue también que según la medida en que la Palabra de Cristo mora en nosotros en «abundancia» (Colosenses 3:16), o escasamente, más (o menos) estarán nuestras peticiones en armonía con la mente del Espíritu, porque «de la abundancia del corazón habla la boca» (Mateo 12:34). En la medida en que atesoramos la Palabra de Dios en nuestro corazón, y ésta limpia, moldea y gobierna nuestro hombre interior, serán nuestras oraciones aceptables a la vista de Dios. Entonces podemos decir, como dijo David en otro sentido: «Todo es tuyo y de lo recibido de tu mano te damos» (1ª Crónicas 29:14).
Así que la pureza y el poder de nuestra vida de oración son otro índice por el cual podemos decidir la extensión de los beneficios que sacamos de la lectura y estudio de las Escrituras. Si nuestro estudio de la Biblia, bajo la bendición del Espíritu, no nos resarce del pecado de la falta de oración, revelándonos el lugar que la oración debe ocupar en nuestra vida diaria, y en realidad no nos lleva a pasar más tiempo en el lugar secreto con el Altísimo; si no nos enseña cómo orar de modo más aceptable a Dios, cómo hacer nuestras sus promesas y reclamarlas, cómo apropiarnos sus preceptos y hacer de ellos nuestras peticiones, entonces, no sólo no nos ha servido para enriquecer el alma el tiempo que hemos pasado leyendo y meditando la Palabra, sino que el mismo conocimiento que hemos adquirido de la letra, servirá para nuestra condenación en el día venidero. «Sed hacedores de la Palabra, no solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos» (Santiago 1:22). Se aplica a sus amonestaciones a la oración y a todo lo demás.”
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Saludos,
le doy muchas gracias a mi Señor Jesucristo porque compruebo que Él está poniendo los mismos pensamientos y deseos en su pueblo en muchas partes. Yo he estado leyendo de nuevo el libro de E.M. Bounds: Poder por la oración y mi corazón ha sido muy impactado con la urgente necesidad de devocionales más fervientes y más extensos. Ruego, clamor y súplica en el secreto con Dios eso es lo que más necesitamos, para que el Señor nos visite y sane nuestra tierra. (II Crónicas 7:14)
Alexander
me adhiero completamente al comentario de alexander, cuan importante es la oración