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Cegado por la Tradición

October 9, 2009

Existe un problema humano que nos es común a todos: la tendencia de creer que nuestra cosmovisión es infalible. Todos tenemos una manera de interpretar el mundo, y el problema es creer que esa interpretación es la correcta, y peor aún cuando obstinadamente nos es declarada la verdad, decidimos mantener nuestra propia cosmovisión.

Lo que ocurre es que esta es la manera en la que muchos creyentes abordan la Biblia. Ellos se niegan a aceptar la verdad revelada por Dios con tal de mantener su propia manera de ver y entender el mundo. En cuanto a la salvación, qué es lo que cree el hombre natural? Bueno, sin ser muy reduccionista, me gustaría decir que todos los hombres son en un sentido pelagianistas. Para los que no conocen el término, proviene de las enseñanzas de un monje inglés llamado Pelagio, quien básicamente dice que el hombre es bueno por naturaleza, y que hace el mal o peca porque así aprende de otros hombres. El hombre por lo tanto puede hacer cosas para salvarse de la ira de Dios.

Y creo que esta es la posición del hombre natural. Si conversamos con cualquier ateo, podríamos corroborar que creen que son buenas personas y que “pecan” o “cometen errores” precisamente porque lo han aprendido de otros. Además creen que ellos pueden justificarse mediante sus buenas obras. Y qué ocurre dentro del protestantismo? Existen diversos grupos que piensan igual, y que por ignorancia en su mayoría no lo saben. En lugar de desechar su propia cosmovisión y aceptar la verdad bíblica, se resisten e interpretan la Biblia basándose en sus propias tradiciones o creencias. En lugar, entonces, de hacer exégesis, terminan con la eiségesis de los pasajes bíblicos.

A qué me refiero? Veamos un ejemplo de esto. En Juan 10 Cristo dice,

22 Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, 23 y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. 24 Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. 25 Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; 26 pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. 27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. 30 Yo y el Padre uno somos.” Juan 10: 22-30

Noten las palabras de Cristo en el versículo 26. Cristo dice que hay ciertos hombres, en este caso algunos judíos, que no creen desde el punto de vista soteriológico, que Cristo sea el Hijo de Dios precisamente porque no son de las ovejas que el Padre le entregó a Cristo en Sus manos. Vemos como algunos creyentes están cegados por sus tradiciones cuando intentan interpretar los pasajes copn respecto a la salvación de los hombres. La tradición evangélica en latinoamérica y en gran parte del mundo con respecto a este asunto es que la salvación es una obra sinergística, es decir, Dios ofrece la salvación a todos los hombres, y es el hombre quien decide aceptar o rechazar esa salvación.

La manera en la que muchos interpretarían esto sería diciendo lo siguiente, “vosotros no sois de mis ovejas, porque no creeis.” Porqué? Porque han aprendido de sus pastores y estos de otros pastores, que el hombre es capaz de creer o rechazar a Cristo. Pero la pregunta del millón de dólares es la siguiente: es esto bíblico? Pregunto esto, porque es de suma importancia saber si estamos dispuestos a rechazar cualquier doctrina que mantengamos si esta contradice a las enseñanzas de las Escrituras. Entonces, enseña la Biblia esta libertad del hombre? La respuesta es no! Cristo enseñó que el hombre natural odia a Dios (Juan 3: 19-20); Pablo enseñó que el hombre está muerto espiritualmente (Efesios 2: 1-3); y que no puede hacer nada que sea espiritualmente correcto como buscar a Dios (Romanos 3: 9-12). Ni siquiera puede producir fe para creer en Cristo. Esto es lo que enseña el Señor en este pasaje de Juan 10.

Jesús nos demuestra claramente que para poder creer, un hombre debe haber sido elegido en la eternidad por el Padre y haber sido entregado en las manos de Cristo para poder, mediante esa fe, tener vida eterna. Nada podrá pasar para que ese hombre pueda perder su salvación, pues nadie es mayor que el Padre, y si Él le entregó a ese hombre en las manos de Cristo para que fuera salvo, nada podrá impedir esa voluntad de Dios. Lo trsite es que muchos arminianos están atados a sus tradiciones humanas y se ciegan ante la claridad de estos pasajes. En múltiples ocasiones malinterpretan pasajes como este y muchos otros en los evangelio y epístolas para que sean compatibles con su doctrina. Sin embargo, como la verdad viene de Dios, todos los creyentes deben olvidar su cosmovisión y aprender la verdad de la realidad que nos rodea de la manera en la que Dios la ha revelado en Su palabra. Mi pregunta para los arminianos es la siguiente: Están dispuestos a rechazar sus tradiciones y someterse a la verdad de Dios? De la misma manera, nosotros como reformados debemos reconocer que nadie tendrá una doctrina perfecta, pero nuestra meta es estudiar la Biblia buscando esto, con el fin principal de glorificar a Dios y honrarle al demostrar que Su palabra es autoritaria sobre nuestras tradiciones humanas.

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