Es el Feminismo la respuesta para la mujer cristiana?-Parte I
Andreas Kostenberger, profesor de teología del Seminario Bautista del Sureste de los Estados Unidos, en su libro sobre el matrimonio y la familia, escribió lo siguiente,
Ultimadamente, nosotros los seres humanos, lo entendamos o no, estamos involucrados en un conflicto cósmico espiritual que enfrenta a Dios contra Satanás, con el matrimonio y la familia sirviendo como el campo principal en el cual las batallas espirituales y culturales se pelean. [1]
Y esta es la verdad que vemos el día de hoy. Satanás ha estado tratando desde el principio de destruir aquello que es tan valioso para la sociedad humana: la familia. Y lo ha hecho atacando, en primer lugar, la adoración familiar –quitando a Dios como el centro de la familia.
En segundo lugar, lo ha hecho, atacando el liderazgo de la familia –incentivando la inmadurez masculina; torciendo el significado de la verdadera masculinidad.
Pero, lo ha hecho atacando a la mujer. Atacando el sentido y el entendimiento de lo que significa ser una verdadera mujer.
Y lo más triste de todo es que Satanás ha dado grandes pasos en esta guerra. En las últimas décadas ha venido ganando diversas batallas cambiando la visión de hombres y mujeres con respecto a la verdadera feminidad. Y gran parte del problema ha sido la Iglesia.
“Habiéndose rebajado al estándar del mundo en muchas maneras,” escribió Köstenberger, “[la iglesia] se ha convertido en parte del problema…la verdad permanece, que al final, hay increíblemente poca diferencia entre el mundo y la iglesia.” [2]
La realidad es que la misma filosofía feminista del mundo es lo que impera en muchas de nuestras iglesias. La misma filosofía feminista del mundo es lo que ha sido adoptado por muchos cristianos como la feminidad bíblica, sin saberlo. Es por ello que es tan importante para todo cristiano estudiar este tema a la luz de las Escrituras.
Porque ciertamente el hombre es importante, y por eso deseamos entender mejor la masculinidad bíblica. Pero la mujer es igual de importante que él. O quizás, podríamos pensar, como quiso implicar John Angell James, un pastor congregacionalista de finales del siglo XVIII, que la mujer es un poco más importante que el hombre.
En su libro sobre la piedad femenina James escribió lo siguiente sobre la importancia de la mujer,
La mujer fue la gracia final de la creación. La mujer fue la plenitud del gozo del hombre en el Paraíso. La mujer fue la causa del pecado y la muerte para nuestro mundo. El mundo fue redimido por la simiente de la mujer. La mujer es la madre de la raza humana; nuestra acompañante, consejera, y consuelo en el peregrinaje de la vida; o nuestra tentación, azote, y destructora. Nuestra más dulce copa de felicidad terrenal, o nuestra más amarga corriente de aire de tristeza, es mezclado y administrado por su mano. Ella no sólo hace nuestro camino a la tumba suave o duro, sino que ayuda o estorba nuestro progreso a la inmortalidad. En el cielo bendeciremos a Dios por su ayuda al asistirnos a llegar a ese estado de felicidad; o en medio de tormentos de aflicciones indecibles en otra región, deploraremos la fatalidad de su influencia. [3]
Mi deseo, entonces, con este artículo, dada la gran importancia de la mujer para la humanidad, es mostrar como el feminismo, en lugar de traer libertad para la mujer, la ha esclavizado aún más.
Y mi propósito es mostrarles lo que Dios ha hecho por la mujer, no sólo para rescatarla de ese feminismo mundano, sino también para restaurarla a lo que era el arquetipo o el patrón original para la mujer.
Ligon Duncan, decano del Seminario Teológico Reformado de los Estados Unidos, en un libro co-autorado con Susan Hunt, y hablando sobre el ministerio de la mujer en la iglesia, dijo lo siguiente,
La Iglesia debe liderar el camino en equipar al pueblo de Dios para pensar bíblicamente sobre toda la vida, incluyendo la perspectiva bíblica de los roles de género y las relaciones. Miles de mujeres evangélicas son feministas funcionales, porque el paradigma del mundo para la feminidad es el único que ellas han escuchado.” [4]
Es por eso que es tan importante que nuestras iglesias entiendan la masculinidad y feminidad bíblicas. Porque muchos en nuestras iglesias no saben lo que significa ser un hombre o una mujer bíblica. Y lo único que saben de estos temas es lo que han aprendido del mundo.
Y la realidad es que hablando específicamente del feminismo, éste es un veneno que ha infectado las mentes de muchos hombres y mujeres cristianos. Como dijo Carolyn McCulley,
Nosotros vivimos ahora en una era post-feminista. El feminismo es tomado como un hecho. Lo respiramos, lo pensamos, lo vemos, lo leemos…El feminismo ha alterado profundamente el concepto de nuestra cultura [y de la iglesia] sobre lo que significa ser una mujer. [5]
La mujer rescatada
El feminismo no es un concepto que surgió recientemente. De hecho, los antropólogos han identificado tres oleadas de feminismo a lo largo de la historia.
La primera ola inició en el siglo XVIII cuando una mujer inglesa escribió su famoso libro, “Una Vindicación de los Derechos de la Mujer.” [6] Muy pronto empezaron a publicarse libros y panfletos abogando por el restablecimiento de los derechos de la mujer.
En 1848, alrededor de un centenar de mujeres se reunieron en la ciudad de Nueva York, para ratificar lo que se conoció como la Declaración de Sentimientos, en donde las mujeres reclamaban las injusticias sociales que estaba sufriendo el sexo femenino. Reclamaban que las mujeres habían sido excluidas de las profesiones de teología, medicina, leyes. Y también reclamaban que no tenían derecho al voto.
Para mediados del siglo XX vino la segunda ola del feminismo. Una filósofa francesa, Simone de Beauvoir, escribió un libro llamado El Segundo Sexo, que se convirtió para los años 60’s en el manifiesto para la liberación femenina.
En ese libro, de Beauvoir sugería que a la mujer se le había asignado un estatus secundario en el mundo. La mujer era, según esta filósofa, un ciudadano de segunda clase en un mundo que le pertenecía a los hombres. “La mujer,” escribió ella, “siempre ha sido dependiente del hombre, si no es que su esclava; los dos sexos nunca han compartido el mundo en igualdad.” [7]
¿Qué necesitaba la mujer según de Beauvoir? Autonomía. La mujer estaba prisionera por los roles de madre y esposa. Eran esos roles lo que estaban atormentando y esclavizando a la mujer. Y sólo alcanzando su autonomía podrían las mujeres trascender y desarrollarse plenamente como mujeres.
Pero para ello se requería que el matrimonio fuera condicional. Es decir, que la mujer pudiera entrar y salir del matrimonio cuando quisiera. Además, la maternidad debería ser voluntaria. Es decir, que se debían abrir los espacios para que la mujer pudiera planificar y hasta abortar si así lo deseaba. Esa era la autonomía que tanto necesitaba la mujer según esta segunda ola feminista.
Betty Friedan, otra de las líderes más importantes en esta segunda ola del feminismo, en su libro, La Mística Femenina, argumentaba que las mujeres tenían un problema de identidad. Los hombres, decía Friedan, habían engañado a las mujeres enseñándoles que su plenitud se encontraba solamente en ser esposas y madres. Y eran estos roles lo que estaba llenando de tristeza la vida de las mujeres.
¿Cómo podían escapar las mujeres de esos roles según Friedan? Educándose. La educación sería lo que les proveería a las mujeres la independencia necesaria y la verdadera libertad que llenaría sus vidas de alegría en lugar de tristeza. Pero para ello, decía Friedan, sería necesario “cambiar las reglas del juego para reestructurar profesiones, matrimonios, la familia, y el hogar.” [8]
Todo debía ser reestructurado para que la mujer pudiera escapar de esa esclavitud en la que estaba como esposa y madre por causa del hombre.
Para el feminismo el problema básico de las mujeres eran los hombres. Ellos se habían convertido en sus amos y las habían esclavizado para su propio beneficio, oprimiéndolas habiéndoles impuesto a ellas los roles de esposas y madres.
“El patriarcado,” escribió Mary Kassian -una mujer que Dios ha estado usando mucho en la Iglesia- “era el poder de los hombres que oprimía a las mujeres y era el responsable de su tristeza.” Eso es lo que postula el feminismo. “Las feministas,” dijo Kassian, “razonaban que la muerte del patriarcado traería consigo la realización de las mujeres y les permitiría ser plenas.” [9]
Si los hombres eran el problema, entonces la solución estaba en quitarles el poder. Y esto se lograría trayéndose abajo al hombre y exaltando a la mujer; dándole a ella autoridad, autonomía y “libertad.” El fin de esta ola feminista no era otra cosa que la auto-adoración femenina.
Y fue esta filosofía la que trajo consigo la tercera ola del feminismo, y lo que Carolyn McCulley llamó la “sexualidad femenina hiperagresiva.” Un movimiento que rechazó una definición universal de la feminidad, y buscó promover la liberación sexual de las mujeres. Y esto es lo que vemos en nuestros días. [10]
Es por ello que desde 1960 la tasa de divorcios se ha aumentado en un 100%; la tasa de matrimonios ha disminuido en un 41%; la tasa de uniones libres, lo cual era considerado vergonzoso para mediados del siglo XX, aumentó 1000% entre 1960 y el año 2000.
Es por ello que para el año 2000, el 79% de las mujeres entre los 20 y 24 años de edad eran sexualmente activas; por lo cual los nacimientos fuera del matrimonio se aumentaron en un 523% de 1960 al año 2000.
Para 1960 sólo el 31.9% de las mujeres casadas trabajaban fuera de su hogar. Pero, para 1997 el 61.6% de todas las mujeres casadas en los Estados Unidos estaban trabajando fuera de su casa. Y para el año 2000, el 78.7% de las madres de niños entre los 6 y 7 años; el 64.6% de las madres con hijos menores de 6 años; y el 55% de madres con hijos menores de un año estaban trabajando fuera de su hogar. [11]
Estos números son el terrible resultado de esa filosofía feminista.
Sin embargo, el problema más grave es que esta filosofía no se quedó en el mundo, sino que se infiltró en la Iglesia. Y, como dijo Ligon Duncan, es lo que para muchos cristianos es la verdadera feminidad. Todo este lenguaje e ideas feministas es lo que muchos cristianos creen es lo correcto con respecto a la mujer.
La respuesta de muchos varones cristianos es la siguiente: “Bueno, mi esposa está en su derecho de ejercer la profesión para la cual estudió. Ella tiene el derecho de desarrollarse como persona y de realizarse como mujer fuera del hogar.”
Debemos ver que este es el mismo lenguaje del mundo. La misma ideología feminista del mundo es lo que para muchos otros cristianos es la verdadera feminidad.
Y la infiltración del feminismo dentro de la iglesia inició a mediados del siglo XX. Para los años sesenta muchas iglesias empezaron a seguir el mismo rumbo de la sociedad feminista.
Se empezó a acusar a la Iglesia de ser sexista y a demandarle que se le dieran a las mujeres cristianas los mismos derechos que supuestamente tenían los hombres. Se empezó a buscar, por ejemplo, la ordenación de mujeres en el liderazgo de la Iglesia y a obliterar los roles en el matrimonio.
Fue así, escribió Elizabeth Elliot, “como se llegó a revisar [o a redefinir] las doctrinas de la creación, del hombre, de la Trinidad, y de la inspiración de las Escrituras…con la intención,” escribió Elliot, “de purgar cada una de estas [doctrinas] de lo que se llamó la conspiración patriarcal contra las mujeres.” [12]
Mary Daly, un ejemplo de una “feminista cristiana,” escribió un panfleto en 1968 llamado “La Iglesia y el Segundo Sexo” en el cual dijo lo siguiente,
los autores del Antiguo y Nuevo Testamento eran hombres de sus tiempos, por lo tanto sería ingenuo pensar que estaban libres de los prejuicios de su época. [13]
Lo que estaba haciendo este mujer no era otra cosa que rechazar la doctrina de la inspiración de las Escrituras. “Lo que está mal con la Biblia,” fue lo que quiso decir, “es que es un libro de hombres que escribieron para hombres.” Y ella no sólo quiso redefinir esta doctrina, sino que luchó por redefinir las doctrinas de Cristo, de la salvación, y de la iglesia.
Las mujeres cristianas han llegado a ser pastoras y han llegado a abandonar sus hogares, no porque esto es lo que la Biblia enseña, sino porque la Iglesia ha permitido que el feminismo mundano y sus ideas destructoras se infiltraran en ella y engañaran a cientos de hombres y mujeres cristianos.
Para el feminismo secular el problema era el hombre. Lo que necesitaba la mujer era quitarle ese poder. Y esto es lo mismo que argumenta el “feminismo cristiano.” Si el problema en la iglesia era el género masculino que había oprimido a la mujer por siglos, la meta, entonces, era buscar la igualdad. Y como dije, esto lo han estado haciendo re-interpretando las Escrituras; redefiniendo doctrinas bíblicas.
Lo que se necesitaba era borrar cualquier diferencia que hubiera entre los sexos. La igualdad, según el feminismo, traería consigo la tan esperada libertad de la mujer. Y muchas teólogas feministas argumentaron que sería esta mujer “libre” la que traería consigo una nueva humanidad.
Ahora, la pregunta que debemos hacernos, después de este resumen del feminismo, es la siguiente: ¿Son realmente los hombres los que han oprimido a la mujer? ¿Es realmente el género masculino el que le ha quitado la libertad al género femenino? ¿Somos nosotros los hombres los que hemos impedido que la mujer alcance su entera plenitud como mujer?
Y esta es una pregunta sumamente importante porque las respuestas que demos, no sólo demuestran, sino que también determinarán nuestra teología.
Lo que la Biblia afirma es que ni el ser hombre ni el ser mujer es el verdadero problema en la humanidad. Escuchen lo que dice la Escritura en Génesis capítulo 1, versículos 27 y 31,
Y creó Dios al hombre a Su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó…Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera.
Entonces, no es que el ser hombre o mujer sea malo. El problema no es ser hombre o mujer. Ambos fueron creados, dice la Biblia, a imagen de Dios. Cuando Dios los vio dijo que eran “buenos en gran manera.” Tanto la masculinidad como la feminidad fueron la idea perfecta de Dios.
El verdadero problema de la mujer vino, no con su creación -por ser hecha ella mujer-ni con la creación del hombre, sino que vino cuando ella, como escribió C. S. Lewis, se arrodilló en adoración delante de un vegetal. Cuando ella se rebeló contra su Creador. Y la Biblia lo afirma así,
1Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? 2 Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; 3 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. 4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; 5 sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. 6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. [14]
Dios le había dicho al hombre y a la mujer que no debían comer del fruto de ese árbol. Pero en lugar de obedecer la Palabra del Señor; en lugar de obedecer Sus mandamientos; en lugar de escuchar Su voz; Eva prefirió escuchar y acceder al engaño de Satanás quien le prometía una supuesta libertad.
No sólo libertad de su marido, a quien ya no debería escuchar más, pues ella misma sería “como dios.” Sino que le prometía su libertad de Dios, a quien ya no debería escuchar ni obedecer nunca más. Porque todo el problema con el feminismo es uno de autoridad. La mujer no desea a nadie por encima de ella.
Y su decisión de comer del fruto prohibido en lugar de otorgarle su libertad, le trajo su esclavitud. Fue su pecado, no el hombre, lo que esclavizó y oprimió verdaderamente a la mujer.
14 Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. 15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. 16 A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido [feminismo], y él se enseñoreará de ti [machismo]. 17 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. [15]
El hombre y la mujer pecaron y desecharon así toda comunión con Dios. Desecharon la verdadera libertad y se sometieron voluntariamente a la esclavitud del pecado y de Satanás. Y en lugar de gozo y plenitud obtuvieron maldición, luchas, dolor, y muerte, tanto física como espiritual.
Y esto es lo que afirma toda la Escritura. Esto es lo que el pecado trajo a la vida del hombre y la mujer. Luego de pecar en el huerto, el hombre y la mujer se empiezan a reproducir. Las generaciones pasan y cuando Dios mira del cielo a la tierra para ver a los hombres, Él afirma esto,
Y vio Jehová que la maldad de los hombres [este es un término general para señalar a la humanidad –hombres y mujeres] era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. [16]
Si pecaren contra ti (porque no hay hombre [de nuevo, éste término hebreo es general para la humanidad] que no peque) [17]
O como resumió Pablo en su epístola a los Romanos,
¿Qué, pues? Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y gentiles, que todos [judíos y gentiles; hombres y mujeres; adultos y niños-todos] están bajo pecado. [18]
Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron [hombres y mujeres, judíos y gentiles, adultos y niños-todos pecaron] y están destituidos de la gloria de Dios [19]
El machismo; la opresión de las mujeres por parte de los hombres, no tuvo origen en la creación. Tanto el machismo como el feminismo tienen su origen en la rebelión del hombre y la mujer contra Dios su Creador. Fue el pecado lo que trajo al mundo el feminismo; y fue el pecado lo que trajo al mundo el machismo.
No son, entonces, los hombres los que verdaderamente están oprimiendo a las mujeres. No es el género masculino el que verdaderamente ha esclavizado a la mujer. Los hombres oprimen a las mujeres; las mujeres buscan usurpar a los hombres por causa del pecado. El verdadero problema de la mujer, entonces, no es el hombre como afirma el feminismo, sino el pecado.
Es el pecado lo que ha traído opresión y esclavitud a la mujer. Es el pecado el que ha tenido a la mujer en su verdadero cautiverio. Y por lo tanto el feminismo no es la respuesta para la mujer. Porque el feminismo no provee la solución para el verdadero problema de la mujer, porque el feminismo no entiende cuál es el problema de fondo.
¿Qué es, entonces, lo que toda mujer necesita según la Biblia? No es la muerte del patriarcado. No es la exaltación de la mujer. Lo que todo hombre y mujer necesitan es la gracia de Dios. Lo que todos necesitamos es ser rescatados del pecado por Dios. Y esto es lo que afirma la Biblia en Efesios 1: 3-14. Esto es lo que hace el Señor hace por hombres y mujeres por igual,
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, 8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, 9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, 10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. 11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, 12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. 13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.
Entonces, debido a que el principal problema del hombre y la mujer es el pecado, lo que todos necesitan es la gracia del Dios trino. Lo que toda mujer necesita para solucionar su mayor problema; para obtener su verdadera libertad; para poder llegar a ser plena; para poder convertirse en una verdadera mujer, es el rescate que solamente Dios el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo pueden lograr.
Porque sólo este Dios trino puede redimir; sólo este Dios trino puede perdonar el pecado; sólo este Dios trino puede unir espiritualmente a Cristo por la fe a la mujer; sólo este Dios trino puede hacer a la mujer santa y sin mancha; sólo este Dios trino puede resucitarla de entre los muertos espirituales; sólo este Dios trino puede adoptarla como Sus hija; sólo este Dios trino puede quitar la enemistad; sólo este Dios trino puede hacer de la mujer Su poiema, como dice Pablo en Efesios 2:10.
Y todo, como afirma Pablo en Efesios 1:6, “para alabanza de la gloria de Su gracia.”
Entonces, ciertamente el feminismo surgió porque los hombres estaban pecando contra la mujer; pero también surgió porque la mujer también estaba pecando de vuelta.
Las buenas noticias para la mujer están, no en el feminismo; no en la mujer. No es ella la respuesta a sus propios problemas. Las buenas noticias están en la simiente prometida a la mujer en Génesis 3:15. Las buenas nuevas están en el Hijo de Dios que vino al mundo para vivir la vida que ninguna mujer ni ningún hombre podía vivir; y para morir en la cruz del Calvario con el fin de redimir y perdonar los pecados de toda mujer y todo hombre que conforman Su pueblo.
Dios, mis hermanas, es el único que puede rescatar a la mujer. El feminismo no es la respuesta; sino que es la manifestación del gran problema de toda mujer: el pecado.
Mañana continuaré con la segunda parte de este artículo.
[1] Andreas Köstenberger. God, Marriage and Family. Rebuilding the Biblical Foundation. Página 15
[2] Ibid. Página 17
[3] John Angell James. Female Piety. The Young Woman’s Guide Through Life to Inmortality. Página 5
[4] J. Ligon Duncan. Women’s Ministry in the Local Church. Página 42
[5] Carolyn McCulley. Radical Womanhood. Feminine Faith in a Feminist World. Página 28
[6] Mary Wollstonecraft
[7] Simone de Beauvoir. The Second Sex. Página xxiv
[8] Betty Friedan. The Feminine Mystique. Páginas 384-385
[9] Mary Kassian. The Feminine Mistake. Página 27
[10] Ibid. Página 164
[11] Estadísticas citadas por Mary Kassian. The Feminine Mistake. Página 8-9
[12] Elizabeth Elliot. The Essence of Femininity: A Personal Perspective. Página 2. https://bible.org/seriespage/25-essence-femininity-personal-perspective
[13] Mary Daly. Beyond God the Father. Página 74-75
[14] Génesis 3: 1-6
[15] Génesis 3:14-17
[16] Génesis 6:5
[17] 1 Reyes 8:46
[18] Romanos 3:9
[19] Romanos 3:22-23
Hombres y mujeres tienen el mismo problema, el pecado. Dios ofrece la misma solucion a ambos.
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