Qué sucedió en un día como hoy en la vida de Jesús?-Martes santo
Los evangelios nos narran que en un día como hoy el Señor Jesús confrontó a los fariseos y líderes religiosos de Israel. Estos ataques, a pesar de haber ocurrido a lo largo de todo el ministerio terrenal del Señor, nunca fueron tan frontales y repetitivos como en este día. Y esto porque como habíamos leído, el Señor había fijado su rostro para ir a Jerusalén; Su misión era morir crucificado en una cruz a manos de Sus enemigos. Pero, para esto, Sus enemigos debían ser incitados y confrontados con la verdad de Dios.
En ese día, nos cuenta Marcos,
20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. 21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. 22 Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. 23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. 24 Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. 25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. 26 Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.” Marcos 11: 20-26 (ver Mateo 21:20-22).
Los discípulos del Señor debían comprender lo que estaba sucediendo; ellos estaban creyéndole a Dios, pero los que habían sido sus maestros de la religión de sus padres se le oponían constantemente a su Maestro, y no sólo le criticaban, sino que le iban a matar. El Señor debía mostrarles de una manera ilustrativa la realidad: Israel no era lo que aparentaba.
Todo el Antiguo Testamento ilustraba a Israel como aquella higuera, aquella viña, plantada y cuidada por Jehová, pero que no daba frutos. Ahora, Jesús estaba exponiendo la sentencia sobre un pueblo rebelde, y especialmente sobre un liderazgo perverso: por su falta de fruto había sido maldecida, y como vieron los discípulos el día anterior, ésta se secó, proyectándonos hacia el futuro y la destrucción de la nación.
Pero, porqué razón? Su falta de fe! Ellos -los líderes- estaban buscando su propia gloria, estaban aferrándose al poder que según ellos les había sido dado por Dios, y se rehusaban a entregarlo al verdadero heredero. Jesús estaba condenando su falsa religión y su perverso corazón, pues en lugar de buscar la gloria de Dios, lo único que buscaban era su propia gloria. Ellos no le habían creído a Dios quien les estaba hablando por medio de Su Hijo para llevarlos al arrepentimiento y ofrecerles la vida eterna mediante la fe en Él. Pero, se habían rehusado a hacerlo.
Sus discípulos, por el contrario, si le habían creído, y esa fe traería consigo bendiciones de parte de Dios; “todo lo que pidiereis en oración,” les dijo el Señor, “creyendo, lo recibiréis” (Mateo 21: 22). La falta de fe de los fariseos lo único que traería es la condenación.
Nos cuentan los evangelios que más tarde, el Señor se dirigió al templo y debido a lo que había sucedido el día anterior -cuando Jesús había entrado volcando las mesas de los cambistas- y viéndolo se le acercaron los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo queriendo saber con qué autoridad hacía todas las cosas. Marcos nos sigue contando,
27 Volvieron entonces a Jerusalén; y andando él por el templo, vinieron a él los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, 28 y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio autoridad para hacer estas cosas? 29 Jesús, respondiendo, les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas cosas. 30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Respondedme. 31 Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? 32 ¿Y si decimos, de los hombres…? Pero temían al pueblo, pues todos tenían a Juan como un verdadero profeta. 33 Así que, respondiendo, dijeron a Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.” Marcos 11: 27-33 (ver Mateo 21: 23-27)
En sus mentes ellos eran la autoridad sobre Israel, ellos decían y eran obedecidos por su pueblo. Pero, Jesús no les obedecía, sino que por el contrario los confrontaba con la palabra de Dios y les acusaba. El fin era tener alguna prueba para poder acusar al Señor. Pero, el Señor conoce sus acciones y pensamientos, y en lugar de responderles les hace una pregunta de vuelta, una que mostraría su maldad y expondría sus verdaderas motivaciones: “El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres?”
El Señor los había puesto contra la pared! Los líderes religiosos sabían que Juan era un profeta de Dios y que el pueblo lo sabía. Y Juan había identificado a Jesús como Aquel que venía tras de él y a quien él no era digno de desatar encorvado la correa de su calzado (Marcos 1: 7); como Aquel que bautizaría con fuego y con el Espíritu Santo (Mateo 3:11); como “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1: 29).
Si ellos, por tanto, decían que Juan no había venido en el nombre de Dios, sino que había venido de los hombres, el pueblo se les iba a venir encima y perderían aquello que tanto amaban: su gloria y su poder. Por lo que decidieron responderle, “No sabemos.” “No vamos a caerá en tu trampa,” pensaron. Pero, lo que no sabían era que ya habían caído en su propia maldad. Y el Señor les responde: “Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.”
Jesús, entonces, aprovecha la oportunidad para traer pruebas en contra de los sacerdotes y fariseos. Y lo hace por medio de la enseñanza de tres parábolas: la parábola de los dos hijos; la parábola de los labradores malvados; y la parábola de la fiesta de bodas (Mateo 21: 28-22:14).
El fin de todas estas parábolas era mostrarle a los líderes religiosos de Israel lo que realmente estaban haciendo. El fin era exponer su maldad. Ellos eran el hijo no arrepentido que no hizo la voluntad de su padre.
Ellos eran los labradores que habían sido contratados por el dueño de una tierra y que poco a poco les había enviado a sus empleados para que recibiesen los frutos que ya debían haber en su tierra, pero que en lugar de hacerlo los golpearon y a otros mataron. Y cuando el dueño les envío a su propio hijo, sabiendo que le reconocerían y que se someterían a él, no queriendo dejar el poder que tenían en tierra ajena, lo mataron.
Ellos eran aquellos invitados a la boda del hijo del rey, pero que habiendo recibido la invitación no quisieron asistir, sino que siguieron en sus tareas, y otros mataron a los siervos del rey que habían venido con las invitaciones. El rey, entonces invitó a otros, los cuales fueron y obedecieron a la invitación del rey.
Y qué recibirían por su maldad? Bueno, el Jesús es muy claro: serían castigados por Dios. Por años, Dios les había enviado a sus siervos los profetas. Por medio de ellos les ordenó arrepentirse de sus pecados y volverse a Él. Les había enseñado acerca de la venida de Su Hijo y cuando lo envió se rehusaron a someterse a Él, sino que se le opusieron y al final lo matarían. Su deseo era apoderarse de la viña de Dios; apoderarse de aquello que le pertenecía al Señor. Y en las tres parábolas el Señor los condena diciendo,
Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.” Mateo 21: 32
Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.” Mateo 21: 43-44
Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos.” Mateo 22: 7-8
Dios los estaba condenando por su maldad. Y ellos, los líderes religiosos, entendieron que Jesús los estaba acusando, y como nos lo narran los evangelios, se enojaron y buscaron como “echarle mano” (Mateo 21: 46). Al haber sido expuestos, los fariseos se aliaron con sus peores enemigos, los traidores Herodianos, y “consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra” (Mateo 22: 15). Y qué hicieron? Le preguntaron sobre el tributo a César.
De nuevo, su idea era atrapar a Jesús. Su deseo era poner al pueblo en Su contra. Cómo? Mostrándole que estaba a favor del opresor del pueblo, César y Roma. Ellos le pagaban impuestos a Roma porque les había sido impuesto, pero en su mente Roma era el enemigo del que debían ser libertados. Y Mateo nos cuenta,
15 Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra. 16 Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres. 17 Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? 18 Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? 19 Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. 20 Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? 21 Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. 22 Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron.” Mateo 22: 15-22 (ver Marcos 12: 13-17; Lucas 20: 19-26)
“Hipócritas,” es la acusación del Señor. Él conocía realmente lo que había en sus corazones. Pero, de nuevo, el Señor los había confrontado y ganado su argumento. Y de paso los había acusado de nuevo, de que ellos le daban a César lo que les había sido impuesto por él, pero habían pecado en no darle a Dios lo que era de Él. Ellos debieron haberse arrepentido y creído en Jesús, pero endurecieron sus corazones y se negaron a hacerlo.
Y como no tuvieron éxito, vienen después los saduceos. Los evangelios nos quieren mostrar a Jesús siendo victorioso y condenando la maldad de cada grupo de los líderes religiosos en Israel. Esta vez son los saduceos, quienes vienen a Él con una pregunta sobre la resurrección. Estos, obviamente no creían en la resurrección de los muertos, y nos cuenta Mateo,
23 Aquel día vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, 24 diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano. 25 Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos; el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su hermano. 26 De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo. 27 Y después de todos murió también la mujer. 28 En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron? 29 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. 30 Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo. 31 Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: 32 Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. 33 Oyendo esto la gente, se admiraba de su doctrina.” Mateo 22: 23-33 (ver Marcos 12:18-27; Lucas 20: 27-40)
Según los saduceos habían venido a Jesús con una pregunta imposible de responder. Su argumento, suponían ellos, era irrefutable en favor de su doctrina en contra de la doctrina de la resurrección. Pero, de nuevo, el Señor les demuestra su ignorancia de las Escrituras, y por medio de ella les demuestra que esta doctrina es bíblica, “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.”
Para el proximo ’round’ se acerca un fariseo, un intérprete de la ley, y le hizo una pregunta para tentarle. Mateo nos narra lo siguiente,
34 Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. 35 Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: 36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” Mateo 22: 34-40 (ver Marcos 12: 28-34)
A la pregunta Jesús demuestra su conocimiento de la Escritura y cita Deuteronomio 6 y Levítico 19. E inmediatamente se vuelve y ataca a Sus enemigos pregóntándoles,
¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: De David. 43 El les dijo: ¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: 44 Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? 45 Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo? 46 Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más.” Mateo 22: 42-46 (ver Marcos 12:35-37; Lucas 20:41-44)
No sólo era el propósito del Señor demostrar la ignorancia bíblica de los fariseos y escribas, sino también demostrar su maldad y su falta de fe al no creer en Él. El Cristo, no era un mero hombre, como muchos habían malinterpretado, pues el mismo David, quien afirmó que el Mesías sería su hijo, le llamó Señor, título que era exclusivo para Dios. El problema para los fariseos no era que se estaban oponiendo a un hombre, sino a Dios.
Y habiendo establecido la maldad de sus enemigos, el Señor procede a hablarles a las multitudes acerca de quienes eran realmente los fariseos y líderes en Israel (Mateo 23: 1-36). Y luego, viene el gran lamento de Jesús por lo que está haciendo el liderazgo de Israel,
37 !!Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! !!Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! 38 He aquí vuestra casa os es dejada desierta. 39 Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.” (Mateo 23: 37-39)
Los líderes de Jerusalén, como guías ciegos de ciegos, impedían al pueblo escuchar la verdad de Dios. Habían matado a los profetas, apedrearon a los que les fueron enviados por Dios. Su deseo era que Israel no fuera juntado por Dios bajo Sus alas. Y cuál sería la condenación? Su falso liderazgo sería destruido.
Marcos nos dice que al final de este gran discurso el Señor los acusó diciendo,
38 Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con largas ropas, y aman las salutaciones en las plazas, 39 y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; 40 que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación.” Marcos 12: 38-40
No sólo se aferraban al poder, sino que se aprovechaban de los débiles de Israel, especialmente de las viudas. A ellas les enseñaban el mensaje de la prosperidad, “dele a Dios dinero, y Él las prosperará.” Las viudas en Israel eran las personas más vulnerables de la sociedad. Si no tenían marido e hijos no tenían que comer. Y el poco dinero que tenían pidiendo limosna, les era quitado por estos hombres perversos para ellos hacerse ricos.
Pues, para ilustrar lo que ellos hacían nos cuenta Marcos,
41 Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. 42 Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. 43 Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; 44 porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.” Marcos 12: 41-44
Jesús no estaba alabando a la viuda. Lo que estaba haciendo era mostrando la manera en la que los fariseos devoraban a las viudas, robándoles el poco dinero que tenían. En lugar de tener misericordia de ellas, se aprovechaban. Cuál sería la condenación para esta falsa religión? Marcos nos dice que cuando salieron del templo, Sus discípulos le mostraban las bellezas del templo, su arquitectura y la hermosura de sus piedras, construido quizás con el dinero del pueblo, Jesús incoa con la predicción del futuro, no sólo de lo que le ocurrirá a esa falsa religión, sino lo que ocurrirá en Su segunda venida y en el juicio de las naciones (Mateo 24-25; Marcos 13: 1-37; Lucas 21: 5-37).
El martes, como hemos visto, fue un día cargado de actividad en la vida del Señor, pero especialmente fue un día de gran confrontación de la falsa religión farisaica, que como la de nuestros días, busca enganãr a los hombres y alejarlos del verdadero mensaje de arrepentimiento y fe que Dios ha dejado en la Biblia.
Reblogueó esto en y comentado:
Qué sucedió en un día como hoy en la vida de Jesús?-Martes santo @sujetosalaroca
muy interesante la forma como lo tocan, muchas gracias estoy expectante por lo que sigue. bendiciones