Qué sucedió en un día como hoy en la vida de Jesús?-Domingo de Ramos
Para este año he deseado compartir una pequeña serie sobre la última semana del ministerio de nuestro Señor Jesucristo. No sólo me parece interesante, sino que creo que será de gran utilidad para los padres y familias que deseen instruir a sus hijos pequeños sobre lo que significa la semana santa. Y por supuesto, me gustaría pensar que esto puede servir como una guía para los devociones familiares de esta semana que inicia el día de hoy.
Qué sucedió un día como hoy? Es una pregunta sumamente interesante e importante. Sabemos que Jesús vino para cumplir una misión que le fue encomendada por el Padre: dar Su vida para salvar un pueblo de pecadores (Mateo 1:21; Marcos 10:45; Juan 6:38-39). Pero, un domingo como éste, hace más de dos mil años, narran los evangelios que Jesús entró en la ciudad de Jerusalén. No sólo esto era para cumplir ese propósito establecido en la eternidad, pues Él dijo que iba a Jerusalén con el fin de morir crucificado a manos de Sus enemigos, sino también para dar un testimonio público de Su persona.
Dicen los evangelios que en un día como hoy,
1 Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, 2 diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. 3 Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará. 4 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: 5 Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, Sobre un pollino, hijo de animal de carga. 6 Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; 7 y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima. 8 Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. 9 Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: !!Hosanna al Hijo de David! !!Bendito el que viene en el nombre del Señor! !!Hosanna en las alturas! 10 Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? 11 Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.” Mateo 21: 1-11 (Marcos 11: 1-10; Lucas 19: 29-44; Juan 12: 12-19)
Primero, es interesante que Jesús había venido preparando la mente de Sus discípulos para este momento. En múltiples ocasiones durante su último año, especialmente, le había dicho cosas como estas, “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día” (Mateo 16: 21; Mateo 21: 17-18; Marcos 10: 32-33).
Pero, lo interesante es que el Señor quería imprimir en la mente de ellos la realidad que esto que estaba haciendo y que iba a suceder no era una mera coincidencia, sino que ya había sido profetizado. Lucas nos cuenta que el Señor les dijo a los suyos, “He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre” (Lucas 18: 31). Fue por esta razón que Jesús había afirmado Su rostro para ir a Jerusalén (Lucas 9: 51).
Segundo, el Señor quería dar un testimonio sobre Su persona a todo Israel. La liturgia judía del templo incluía la lectura y el canto de un salmo específico cada día de la semana. Por ejemplo, los lunes cantaban el Salmo 48; el martes el 82; y el miércoles el salmo 94; el jueves, el salmo 81; el viernes el 93; y el sábado, durante el día de reposo judío, el salmo 92. Pero, el día domingo, todos los sacerdotes en el templo y todos los judíos cantaban y escuchaban cantar las palabras del Salmo 24 (ver Calendar and Chronology, Jewish and Christian. Biblical, Intertestamental and Patristic Studies. Roger T. Beckwith, página 143).
La razón de cantar este salmo era porque hablaba acerca de la creación de Dios. Sin embargo, la parte final del Salmo dice,
7 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria.8 ¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová el fuerte y valiente,
Jehová el poderoso en batalla.9 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria.10 ¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová de los ejércitos,
El es el Rey de la gloria. Selah”
Cuando Cristo entró en Jerusalén el primer día de la semana –un domingo- le dijo a sus discípulos que buscaran un pollino, y Mateo escribe que esto ocurrió para que se cumpliera la profecía de Zacarías 9:9, “Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti” (Mateo 21: 1-4). Las multitudes que vienen siguiendo a Jesús ven esto y lo único que pueden hacer es gritar y cantar,
Hossana al Hijo de David! Bendito el que viene en el nombre del Señor! Hossana en las alturas!” Mateo 21: 9
Ellos saben que la Escritura se está cumpliendo en Jesús. Pero, Mateo nos cuenta que cuando el Señor entra en la ciudad, toda ella “se conmovió, diciendo, Quién es éste?” Lo interesante es que mientras las multitudes venían gritando la identidad de Jesús: Él es el Rey, el Hijo de David, el Mesías, por otro lado, en el templo se estaba cantando el Salmo 24 que hablaba acerca del “Rey de gloria,” “Jehová el poderoso,” “Jehová de los ejércitos,” diciéndole a Israel por medio del Salmo, “Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria” (Salmo 24:7). Y quién estaba entrando en la ciudad? Jesús, el Rey de gloria!
Indirectamente, por la boca de Su pueblo, el Señor estaba dando testimonio de su identidad. “Tú Rey viene a ti,” decía la profecía de Zacarías, y en ese momento estaba entrando en la ciudad Jesús, el Rey de gloria.
Cuando los fariseos y líderes israelitas se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo, recordando lo que acababan de cantar en el templo y lo que están escuchando de la boca de las multitudes, le pidieron a Jesús que reprendiera a Sus discípulos (Lucas 19:39). Pero, el Señor no iba a permitir que su identidad fuera velada y le respondió a Sus enemigos, “Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían” (Lucas 19: 40).
Tercero, ese mismo día también Jesús volvió a predecir Su muerte a los Suyos. Esto era de gran importancia. Sus discípulos aún no entendían lo que Él les había hablado antes. De hecho, Marcos nos dice que, “ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle” (Marcos 9: 32). En la mente de ellos Jesús venía a rescatar al pueblo israelita de su gran opresor Roma, como era la creencia judía en el primer siglo. Y Jesús debía aclararles que esto no era Su misión en Su primera venida. Él había venido para rescatar a los hombres de su verdadero enemigo: Satanás y el pecado! Y el domingo antes de Su muerte, luego de haber entrado en la ciudad, le recuerda esto a los Suyos. Juan nos describe lo que les dijo,
20 Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. 21 Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús. 22 Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. 23 Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. 24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. 25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. 26 Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. 27 Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. 28 Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. 29 Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado. 30 Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros. 31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. 32 Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. 33 Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir. 34 Le respondió la gente: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre.¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre? 35 Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va. 36 Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos.”
Cuarto, lo último que hace ese domingo fue entrar en el templo y purificarlo, condenando así la falsa religión farisaica que se había apoderado de Israel. Y Mateo nos describe lo que hizo el Señor en el templo este día,
12 Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; 13 y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 14 Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó. 15 Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: !!Hosanna al Hijo de David! se indignaron, 16 y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza? 17 Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí.” Mateo 21: 12-17
Esto iba a servir para entender lo que iba a suceder al día siguiente en su enfrentamiento directo con ellos en el templo.
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