La Palabra de Dios Es Una Espada

John MacArthur es uno de mis teólogos contemporáneos preferidos. Dos de las cosas que aprecio de él es su gran capacidad de análisis y su franqueza. MacArthur tiene una gran habilidad de ver el mundo, captar y analizar rápidamente los errores y exponerlos sin ningún temor. Como cristianos sabemos que esto se debe al amor que le tiene a Dios y a la verdad que Él nos ha revelado en la Biblia. Es por ello que se ha parado frente a hombres tan importantes en los medios como Larry King y le ha expuesto el evangelio, su necesidad y las consecuencias de no abrazar a Cristo. Este pastor no le teme al hombre sino a Dios.

Es por razones como estas por las que trato de leer mucho de lo que ha escrito y lo que continúa publicando. Recientemente leí el libro, “Ashamed of the Gospel. When the Church Becomes like the World” (Avergonzado del Evangelio. Cuando la Iglesia se Convierte Semejante al Mundo-disponible en español). Y en el capítulo 11, MacArthur expone uno de los errores del evangelicalismo moderno, y especialmente de las iglesias que han abrazado el movimiento “seeker sensitive” (sensible al buscador), esto es, creer que la Biblia o el evangelio no es suficiente para hacer crecer la iglesia, y que por lo tanto han adoptado otras medidas humanas, como la psicología y la mercadotecnia, para ver un crecimiento artificial. MacArthur escribe,

Aún en las manos de un espadachín sin destrezas, [la Biblia] es capaz de inflingir heridas mortales al orgullo humano y la auto-justificación. Ninguno de los instrumentos artificiales contemporáneos que los líderes de las iglesias han trabajado tan arduamente en inventar son parecidos. La mera psicoterapia no puede verdaderamente penetrar el corazón humano y descubrir la causa del dolor humano (mucho menos ofrecer una cura para ello), y ningún entretenimiento ingenioso podrá poner al desnudo el orgullo que está en la raíz de la incredulidad. Para tales cosas, sólo la Palabra de Dios es eficaz.

Los Cristianos contemporáneos parecen carecer de la confianza en la habilidad de la Palabra de Dios para penetrar en los corazones endurecidos por el pecado. Una de las razones dadas para mucho de las tonterías que han hecho a nuestras iglesias tan superficiales es la idea de que si primero entretenenemos a la gente y las hacemos sentir cómodas, ellas estarán más abiertas al evangelio. Si podemos convencerlas de que nuestro mensaje no es una amenaza a su estilo de vida y que no tienen que sentir temor de parte de Cristo, quizás podamos sobrepasar ese duro exterior y acercárnosles. Pero (insiste la sabiduría convencional) ellos deben estar preparados por algo más moderado que las Escrituras. La mera proclamación de la Palabra no adulterada es demasiado intimidante, nos dicen. Un abordaje más moderado suavizará a las personas para que la Palabra pueda hacer su trabajo. Pero (dicen ellos) eso no será hasta después que les hemos persuadido que la iglesia es divertida, que los Cristianos son como todos los demás, y que no deben tener temor de Dios.

Tonterías. Cada aspecto de ese tipo de pensamiento está equivocado. Nada penetra un corazón endurecido por el pecado mejor que la Palabra de Dios misma. Hay un aspecto legítimo e intimidante de la verdad de Dios que no debemos disminuír. Hay una razón por la que la Palabra de Dios es comparada a una espada y no a una almohada o a una cama de plumas. Partes del mensaje bíblico son desagradables-hasta hostiles a la mente carnal. La ley tiene algunas malas noticias para nosotros antes que el evangelio anuncie las buenas noticias. Para aquellos que descuidan o rechazan las malas noticias (que estamos totalmente condenados y sin esperanza ante Dios por causa de nuestro pecado), no hay sencillamente buenas noticias-porque Cristo vino por pecadores, no por los justos (Marcos 2: 17).

Pensar que hemos inventado una estrategia que puede suavizar el corazón de los pecadores más efectivamente que la Escritura es o más alto de la arrogancia. Solamente la Palabra de Dios puede verdaderamente hacer lo que ningún otro plan “misionero” puede jamás lograr: penetrar a las más grandes profundidades, “tanto como a la división del alma y espíritu, de tanto las articulaciones como la médula, y puede juzgar los pensamientos e intenciones del corazón.” La Palabra de Dios penetra hasta lo más profundo, más oscuras profundidades del corazón humano, sin importar que tan duro o que tan cerrado pueda estar ese corazón. Sólo la Escritura puede hacerlo.”

Es por ello que MacArthur concluye el capítulo con la siguiente afirmación,

Si tratamos de suavizar la verdad de la Palabra de Dios o de proteger a los incrédulos de sus duras verdades porque tememos como pueda alguien responder, virtualmente garantizamos que nuestra iglesia sea débil, que nuestro ministerio al mundo sea dificultoso, y tendremos mucho que responder en aquel día cuando Dios nos llame para rendir cuentas por nuestro trabajo.”

No es esto lo que estamos viendo en nuestros días? Qué vamos a hacer? Vamos a adoptar nuevos modelos para el crecimiento de la iglesia o nos limitaremos a hacer lo que Dios nos ha ordenado-predicar Su palabra- y a confiar en que será el Señor quien le dé el verdadero crecimiento a Su iglesia?

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