Arminianos Evangélicos-Parte III
Hemos estado transcribiendo un artículo escrito por Michael Horton en la revista Modern Reformation en 1992. En la última entrada terminamos con el siguiente párrafo,
Por lo tanto, los evangélicos que enfrentaron este reto del Arminianismo universalmente lo vieron como una partida herética de la fe Cristiana. Uno simplemente no puede negar la depravación total, la elección incondicional, la justificación por medio sólo de la gracia a través sólo de la fe por Cristo, y continuar llamándose evangélico. Hubo muchos cristianos que no eran evangélicos, pero ser un evangélico significaba que uno se adhería a esas convicciones. Mientras que los Calvinistas y Luteranos no estaban de acuerdo sobre la expiación y la irresistibilidad de la gracia y la perseverancia, eran ambos monergistas estrictos. Esto es, creían que una persona nos salvaba (Dios), mientras que los Arminianos eran sinergistas, es decir que creían que Dios y el creyente cooperaban en este asunto concerniente a la salvación. Era este monergsimo lo que diferenciaba a un evangélico de un no-evangélico desde la Reforma.”
El día de hoy vamos a concluir con el argumento de Horton con respecto al verdadero espíritu evangélico.
Son los Arminianos Evangélicos?
El corazón del debate de la Reforma fue, Quién salva a quién? Salva Dios a los pecadores? O nos salvamos nosotros mismos con la ayuda de Dios? La Iglesia Católico Romana estaba confundida en esa pregunta a lo largo de la Edad Media, dividida claramente en el tiempo de la Reforma, pero finalmente determinó en el Concilio de Trento en la mitad del siglo XVI que la segunda respuesta era la mejor. La gracia de Dios es la fuente, pero la cooperación humana con la gracia es lo que hace eficaz a la voluntad salvifica de Dios. Por lo tanto, Dios nos justifica haciéndonos mejores y eso involucra nuestra propia participación.
Los protestantes ortodoxos no estaban sobresaltados en vano, por lo tanto, cuando vieron las negaciones Arminianas no diferentes a las posiciones de Trento, que habían declarado anatema a los evangélicos. Hubiera sido intolerante para ellos, ver la posición de Trento como no ortodoxa si estaban dispuestos a decir lo mismo de una desviación similar “Protestante.”
Entonces que significa todo esto para nosotros casi cuatro siglos después de que el Arminianismo fuera condenado por las Iglesias de Inglaterra, Escocia, Irlanda, Alemania, Suiza, los Protestantes Franceses, y los evangélicos de Europa del Este?
En el avivamiento inglés del siglo dieciocho, Whitefield (un Calvinista) y Wesley (un Arminiano) estaban dispuestos a trabajar juntos como amigos cercanos y aliados en el esfuerzo evangelístico. Sin embargo, cuando Wesley empezó a enseñar que la justificación no era puramente forénsica (esto es, una declaración legal), sino que dependía de la obediencia “momento a momento,” los Calvinistas que habían apoyado con entusiasmo el avivamiento y que lideraron la causa evangelística se preocuparon. Tarde en la vida, Wesley registró algunas desafortunadas afirmaciones en sus Minutos de la Conferencia Metodista, incluyendo la conclusión de que su propia posición era por “un pelo, “salvación por obras.” Temiendo un antinomianismo implícito en las doctrinas Reformadas, Wesley le decía a los que le apoyaban que previnieran a los Calvinistas “en contra de hacer nulo ese solemne decreto de Dios, ‘sin santidad nadie verá al Señor,’ por la vana imaginación de ser santos en Cristo. O adviertanles que si permaneces injustos, la justicia de Cristo no les servirá de nada!” El escritor preferido de John Wesley, William Law, escribió, “Debemos considerar que Dios sólo sabe las deficiencias en la santidad que Él aceptará; por lo tanto no podemos tener la seguridad de nuestra salvación sino haciendo nuestro máximo esfuerzo para merecerla.” “Nosotros tenemos,” dijo él, “nada en que basarnos sino en la sinceridad de nuestros esfuerzos y la misericordia de Dios.” Era Law un evangélico? Si así era, alguien le debe al papa León una disculpa.
La doctrina de la justificación–“simultáneamente justificado y pecador”– es escandalosa para la razón humana y Wesley es famoso por su “Cuadrilátero” de autoridad: Escritura, tradición, experiencia, y razón. Bien para “solo la escritura”! Ambos, el principio material y formal de la Reforma fueron al menos menospreciados, si no negados. Que tanto de tradición, experiencia, y razón se oponen a esta doctrina. Un teólogo moderno escribe, “Podemos amar a Dios perfectamente y podemos ser justos en esta vida tanto como Cristo es justo…” y añade que la Biblia “no deja espacio para el pecado voluntario y conocido en la vida del creyente.” Otro añade, “Pero puede ser cierto-santo y pecador simultáneamente? Yo quisiera que así fuera…Simul iustus et peccator? Espero que así sea! Simplemente me temo que no.” Estos puntos de vista fueron presentados en un volumen ofreciendo cinco puntos de vista de escritores evangélicos.
En el Avivamiento Evangélico, se le permitió a Wesley abrazar el Arminianismo mientras retenía el uso de la etiqueta evangélica, a pesar del hecho que para ese tiempo el evangelicalismo había repudiado la posición como el error de la iglesia de la Edad Media que había precipitado la Reforma en primer lugar. En uno de sus mejores sermones sin embargo definió la justificación no como una declaración meramente forensica distinta de la santificación, sino como la liberación de la culpa por el pecado y “todo el cuerpo de pecado, a través de Cristo gradualmente formado en su corazón.” Ser justificado significa que uno no peca “por un pecado habitual,” “ni por un pecado voluntario,” “ni por ningún deseo pecaminoso,” “ni por enfermedades, ya sean en acto, letra o pensamiento…Y a pesar de que no pueda decir que él “no ha pecado,” ahora “él no peca.” Además, los minutos para la primera conferencia anual Metodista afirmó que el arrepentimiento y las obras debía preceder a la fe, si por obras uno entiende “obedecer a Dios tanto como podamos.” “Si un creyente peca voluntariamente, él desecha el perdón.” Eran las obras necesarias para la continuación de la fe? Sin duda alguna, pues un hombre puede rechazar el regalo de Dios ya sea por pecados de omisión o comisión.”
La justificación puede perderse cada vez que uno desobedece voluntariamente y añade Wesley, “No lo encontramos afirmado explícitamente en la Escritura que Dios imputa la justicia de Cristo a nadie, sin embargo encontramos que la fe nos es imputada por justicia.” Esta imputación de fe como nuestra justicia, más que la obediencia activa y pasiva de Cristo, es precisamente la doctrina articulada por Arminius, haciendo de la fe una obra que logra la justicia ante Dios. Sabiendo quienes quizás iban a criticar contra la enseñanza en la Iglesia evangélica de Inglaterra, pregunta Wesley, “No nos hemos sin darnos cuenta apoyado hacia el Calvinismo en el pasado?” “Pareciera que así fue,” pregunta él, igualando el calvinismo con el antinomianismo. El teologo wesleyano contemporáneo, John Lawson, escribe, “Este juicioso y moderado ‘Evangelicalismo Arminiano,’ que es ahora característico del Protestantismo anglosajón, es quizás la más importante contribución del movimiento metodista al entendimiento teológico en la Iglesia.” Mientras que los Wesleyanos insisten en afirmar la justificación solo por fe, ellos la definen en los mismo términos morales rechazados por evangélicos desde la Reforma. Lawson mismo define la justificación como “la primera y más importante etapa en la manera de vivir renovada, verdaderamente cambiando para bien la mente y el corazón, en voluntad y acción.” Tomás de Aquino no podría haber mejorado la definición.
Hoy día, teologos como Clark Pinnock insisten en llevar la etiqueta de “evangélico” mientras que se alejan del Arminianismo hacia un rechazo total del teísmo clásico. Tales portavoces pueden insistir que ellos están meramente contribuyendo a la evolución y desarrollo de la doctrina, pero de hecho están reinventando viejas herejías. Así como Arminius revivió el Semi-pelagianismo, el Dr. Pinnock está meramente avanzando un avivamiento del Pelagianismo y el Socinianismo, reforzado por la última locura académica del teísmo de procesos.
Una vez que se convirtió en un Arminiano, el Dr. Pinnock nota, “Yo pronto comprendí que algo debía de hacerse con respecto a la doctrina de Dios recibida.” Dios no es más infinito, inmutable, y ni siquiera omnisciente. Después de todo, “las decisiones que no han sido tomadas aún no existen en ningún lado para que puedan ser conocidas por Dios.” El Dr. Pinnock también niega el pecado original, admitiendo con respecto a esto, como otros, que se está moviendo más allá del Arminianismo. Y el siguiente dominó? “Obviamente se requiere de mí que reduzca la precisión en la cual yo entiendo como ocurre la sustitución de Cristo.” Debe decirse que si tales escritores pueden continuar siendo vistos como líderes evangélicos (el Dr. Pinnock es aún un respetado miembro de la Sociedad Teológica Evangélica), debe depender de nosotros como herederos de los Reformadores Protestantes dar una disculpa a la Iglesia Católico Romana por dividirnos sobre cosas, no más esenciales que estas. El pecado original, la expiación sustitutiva, justificación, juicio eterno, y el teísmo clásico deben desaparecer, de acuerdo al Dr. Pinnock y su equipo de escritores en Un Caso a Favor del Arminianismo. “Yo no creo que debamos sentirnos que hemos perdido algo de absoluto valor cuando nos encontramos difiriendo con algunas de las tan llamadas interpretaciones ortodoxas,” concluye el Dr. Pinnock.
Desde donde estoy sentado, el problema principal es este: hemos vuelto a usar el término “evangélico” como un adjetivo. Como su uso medieval era ambiguo, refiriéndose más a la actitud general de humildad, celo, y simple semejanza con Cristo, así el uso contemporáneo cae frecuentemente en esta categoría. Un evangélico es alguien que “ama a Jesús,” que “gana almas,” y que tiene un “espíritu dulce.” Ken Myers nota que los evangelicos no creen más en la ortodoxia, sino en el orto-pathos, una consideración por los sentimientos correctos más que en los pensamientos y la adoración correctas. Una publicación Cristiana publicó un libro por un Franciscano “evangélico” titulado, Católicos Evangélicos. Karl Barth, el ran teologo neo-ortodoxo, es ahora ampliamente tomado en cuenta en los círculos evangélicos conservadores y reformados, aunque reinterpretó el mensaje evangélico más allá como para poder ser reconocido. De nuevo, Barth puede ser, teoricamente, correcto desde un punto de vista bíblico. No creo que sea así y esa es mi objeción primaria de la neo-ortodoxia, pero para aquellos que mantenemos la Escritura como la última prueba de verdad, no puedo rechazar el Bartianismo porque esté en contraposición con los credos y confesiones. Sin embargo, uno puede decir que Barth no es evangélico en el sentido histórico y clásico. Lo mismo es verdadero de los “Católico Romanos Evangélicos” que aún niegan la suficiencia de las Escrituras, la justificación sólo por gracia por medio sólo de la fe, y demás. Si “evangélico” significa algo, es esencial que hagamos esas distinciones.
Habiendo dicho esto, es igualmente importante reconocer que esto no es un tema de intolerancia u orgullo denominacional. Veremos no-evangélicos en el cielo. Mientras reflexiono en los puntos de vista que solía afirmar, es aleccionador por lo menos y me recuerda que las posibilidades son muy buenas de que aún me falte mucha distancia por andar. Mientras debemos creer ciertas verdades esenciales para ser salvos, no somos salvos por la cantidad de doctrina que sepamos. Habrán católicos romanos, arminianos, y otros en el paraíso que fueron salvos por la gracia de Dios aún si ellos, como yo, no entendieron o apreciaron esa gracia tanto como debieron. Sin embargo, si vamos a continuar usando el término “evangélico” como un sustantivo para definir un cuerpo de Cristianos manteniendo ciertas convicciones, es tiempo de que aclaremos estos temas. Un evangélico no puede ser Arminiano más que un evangélico no puede ser Católico Romano. Los distintivos del evangelicalismo fueron negados por Roma en el Concilio de Trento, por los Opositores en 1610, fueron confundidos y retados por John Wesley en el siglo XVIII, y han sido ignorados o negados en el “evangelicalismo” contemporáneo.
En conclusión, el movimiento evangélico se enfrenta a una difícil decisión: ya sea reclamar el término “evangélico,” o emitir su confinamiento. Dejen que esos disidentes evangélicos que niegan las grandes verdades de la fe evangélica se pongan de pie con valor por sus convicciones y lideren un éxodo del evangelicalismo, pero es a mi mente la altura de la arrogancia y deshonestidad buscar representarse a sí mismo como algo que claramente no es.
Mi propósito no ha sido pontificar sobre lo que se debe hacer con ciertos individuos, sino mostrar la seria crisis que los evangélicos enfrentan como movimiento. Es como si el liderazgo evangélico declarara el movimiento “zona libre de consistencias,” una isla en la cual la ley de la no contradicción no se aplica. Una reciente edición de Christianity Today mostraba un artículo ofreciendo una “tercera manera,” un alternativa tanto al Calvinismo como al Arminianismo como “semillas para una vía media bíblica,” como si la Biblia enseñara algo medio entre la creencia que sólo Dios salva y en la que nosotros cooperamos con Dios en nuestra salvación.
Hoy uno puede ser evangélico-que ha significado históricamente creen en la depravación total, la elección incondicional, la justificación sólo por gracia por medio sólo de la fe, la suficiencia de las Escrituras-y al mismo tiempo ser Arminiano, negando o distorsionando el mensaje evangélico mismo. Crsitianos contemporáneos, generalmente hablando, han escogido ser agnósticos en la mayoría de las convicciones evangélicas. Hace unas cuantas generaciones, una defensa de la justificación hubiera sido considerada como una defensa del mismo evangelicalismo, pero hoy cuando describo esta doctrina frecuentemente escucho, “Eso es terriblemente Calvinista.” Lo que antes se consideraba amplioamente evangélico es visto ahora or muchos como Reformado. Tales cambios han sido ampliamente documentados en Evangelicalismo: La Futura Generación, por el sociólogo de la Universidad de Virginia James Davison Hunter. Esto, escribo, es el tipo de pensamiento irresponsable que está llevano al evangelicalismo hacia un mar de confusión, división e irrelevancia.
Con amor enfrentemos a nuestros hermanos y hermanas en un espíritu de firmeza, pero humildad, mientras intentamos llevarnos a nosotros mismos y a nuestros hermanos a una mayor conformidad con “la fe que fue una vez entregada a los santos.”
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Hola Eduardo, estos articulos son muy buenos. Una aclaracion y es que el arminianismo tiene varios niveles de aplicacion entre los evangelicos. En su version mas conservadora hay quienes niegan los cinco puntos del calvinismo, pero defienden verdades como la justicia imputada de Cristo, el pecado original, niegan la falsa doctrina de la perfeccion cristiana, etc. Claro, eso sucede porque no son 100% consistentes con su esquema teologico, porque si lo fueran negarian ests verdades fundamentales. Pero, bendito sea Dios por estas inconsistencias, ya que hace que hayan buenos creyentes, en sistemas que uno entiende no son conformes a la verdad.
Dicho todo esto, yo soy de los que no hago tanto enfasis en los terminos, ya que los mismos con el tiempo sufren transformaciones uq a veces no podemos evitar. El mismo termino calvinista historicamente tenia la connotacion para el que lo llevaba de aceptar ideas de Calvino como el bautismo infantil, entre otras cosas. Todavia algunos lo entienden asi. Pero hoy en dia ese termino hace mas referencia al que acepta los cinco puntos de las doctrinas de la gracia, independientemente de que sea bautista o presbiteriano.
Bendiciones,
Rafael Alcantara
Rafael,
Creo que más que calvinismo es el término “reformado” lo que es discutido por presbiterianos como el mismo Horton. Él y otros (Scott Clark) argumentan que los bautistas que afirmamos los 5 puntos del calvinismo NO deberíamos llamarnos reformados, pues el término describe a aquellos que se adhieren a las confesiones reformadas (Heidelberg, Westminster, Belga, etc), las cuales son pedobaustistas.
Yo he escrito al respecto, así como James White, un respetado apologista. Creo que podrían tener razón en sus argumentos, sin embargo en esta epoca en donde gran parte de la iglesia asume una teología humanista, es para bien que los bautistas nos llamemos “reformados” o calvinistas. Diferimos en muy poco y el término ayuda mucho en la lucha conjunta (presbiterianos/bautistas) por la verdad bíblica.