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La Esperanza que Hay en Nosotros

January 6, 2010

He empezado a leer el libro, “The Rise of Christianity,” de Rodney Stark el cual trata del crecimiento del cristianismo durante la época del Imperio Romano y más allá. Y leyendo el capítulo sobre Epidemias, Relaciones y Conversión. El autor habla sobre las causas por las que el cristianismo tuvo ventaja contra el paganismo durante las dos grandes epidemias de los años 165 d.C y 260 d. C, las cuales aniquilaron a la tercera parte de la población del Imperio, y allí encontré tres citas que me parecieron muy interesantes.

La primera cita es de Cipriano el obispo de Cartago quien escribió lo siguiente,

los justos están muriendo con los injustos, no es para tí pensar que la destrucción es común para los malos y los buenos. Los justos son llamados al refrescamiento, los injustos son llevados a la tortura; la protección es más prontamente otorgada a los fieles; castigo a los infieles…Que tan adecuado, que tan necesario es que esta plaga y pestilencia, que parece horrible y mortal, busca la justicia de cada uno y examina las mentes de la raza humana; aún si los sanos cuidan de los enfermos, aún si los parientes aman a sus familiares como debieran, aún si los amos muestran compasión por sus esclavos afectados, aún si los médicos no abandonan a los afligidos…A pesar de que esta mortalidad no ha contribuído con nada más, ha logrado especialmente esto por los Cristianos y siervos de Dios, que hemos empezado con gozo a buscar el martirio mientras aprendemos a no temer a la muerte.” página 81

Una página más adelante encontramos la siguiente cita de Dionisio obispo de Alejandría, quien escribió una extensa carta con respecto a los esfuerzos de muchos cristianos por cuidar de sus vidas y por las de otros,

La mayoría de nuestros hermanos Cristianos mostraron amor sin restricción y lealtad, nunca librándose ellos y sólo pensando el uno por el otro. Sin pensar en el peligro, cuidaron de los enfermos, teniendo en cuenta cada necesidad y ministrandoles en Cristo, y con ellos dejaron este mundo felices; pues fueron infectados por otros con la enfermedad, atrayendo a sí mismos la enfermedad de sus vecinos y gozosamente aceptando sus dolores. Muchos, cuidando y curando a otros, transfirieron su muerte a ellos mismos y murieron en su lugar…Los mejores de nuestros hermanos perideron sus vidas de esta manera, un número de presbíteros, diáconos y otros ganando gran honor por la muerte en esta manera, el resultado de gran piedad y gran fe, parece en toda manera igual al martirio.” página 82

Y contrastando la manera en la que actuaron los paganos ante la epidemia el autor escribe lo siguiente,

Además, hay evidencia de fuentes paganas que este era el comportamiento cristiano característico. Por ello, un siglo más tarde, el emperador Juliano lanzó una campaña para instituír caridades paganas en un esfuerzo de parecerse a los Cristianos. Juliano se quejaba en una carta al sumo sacerdote en Galacia en 362 d.C que los paganos necesitaban igualar las virtudes de los Cristianos, pues el crecimiento reciente del cristianismo fue causado por su ‘caracter moral, aún si fuera pretendido,’ y por su ‘benevolencia hacia extraños y cuidado por las tumbas de los muertos.’ En otra carta a otro sacerdote, Juliano escribió, ‘Creo que cuando los pobres empezaron a ser descuidados por los sacerdotes, los impíos Galileos lo observaban y se enfocaban en benevolencia.’ Y también escribió, ‘Los impíos Galileos mantienen no sólo a sus pobres, sino también a los nuestros, todos pueden ver que nuestra gente no tiene ayuda de nosotros.” página 84

Esta es la característica de un verdadero creyente. Esta es la evidencia del nuevo nacimiento que ha sido logrado por el Espíritu Santo. Esta es la demostración de la regeneración de un hombre. Porqué entonces se horrorizan algunos cuando escuchan el ejemplo de los apóstoles? En el librod e Hechos, capítulo 5 leemos sobre Pedro y Juan. Ya habían sido arrestados y llevados ante el concilio por haber sanado a un hombre que le faltaba un pie y les fue ordenado dejar de predicar en el nombre de Jesucristo.

Pero ahora en este capítulo los volvemos a ver arrestados por predicar a Cristo. Y casi al final leemos lo siguiente,

40 Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad. 41 Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. 42 Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.”

Porqué vivían así estos hombres de Dios? Sufrieron azotes, pero salieron gozosos de haber sido azotados por causa de Cristo. Pedro había demostrado ser un cobarde antes de la muerte y resurrección del Señor. Pero luego del tercer día, al volver a ver a Cristo glorificado y reconocer la esperanza que tenía, su vida cambió. Ya no era un cobarde, sino que tenía poder. A qué o a quién iba a temer? A enfermedad? A hombres? Jamás! Cristo había resucitado! La esparanza había sido depositada en su corazón por el Espíritu Santo. Todo era basura! Sólo Cristo tenía valor y sentido. Es por ello que dio su vida por la causa de Cristo, así como lo hicieron los primeros cristianos de los que hablaron Dionisio y Cipriano.

Sus vidas había sido transformadas por Dios. El amor del Señor había sido derramado en sus corazones para amar a Dios sobre todas las cosas, y así entregar sus vidas para Su gloria, y amor hacia su prójimo, hasta el punto de que dieron sus vidas por sus hermanos y además por amor a los pecadores. Su deseo era la expansión del evangelio en todo el mundo, para que todos los hombres conocieran a Cristo.

Esta es la vida de un creyente. Lástimosamente cuando leemos historias como esta y analizamos nuestras vidas somos avergonzados. Qué Dios tenga misericordia de nosotros y vivamos como verdaderos creyentes, sin temor a los hombres, para predicar a Cristo a las naciones, para la honra y gloria de Dios.

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