Lutero y los Diez Mandamientos
Ayer estaba meditando acerca de los Diez Mandamientos y recordé que en su obra maestra, “The Bondage of the Will,” Lutero concluye que violar cualquiera de estos mandamientos es violar el primer mandamiento. Es decir, si alguien codicia alguna cosa, está violando el primer mandamiento y por lo tanto no está amando ni adorando a Dios sobre todas las cosas.
Estudiando para la preparación de una predicación, recordé las palabras de Pablo a la iglesia de los Colosas: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (Colosenses 3: 5). Lutero tenía razón. Violar cualquier mandamiento es vilar el primer mandamiento, pues según Pablo, aquel que viola algún mandamiento lo hace a causa de idolatría.
Por ello Lutero decía, en esta gran obra suya, que los Diez Mandamientos se podían resumir en uno sólo: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios” (Exodo 20: 3-5).
Le debemos a Dios toda nuestra adoración, todos nuestros deseos, todas nuestras alabanzas! Escuchemos, pues, las palabras del apóstol Juan, “Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Juan 5: 21). Guardemos nuestro corazón exclusivamente para Dios.
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Exacto, por eso es tan importante crecer en la salvación y en sabiduría, ya que a medida que conocemos mejor a Dios, podemos entender qué es lo que espera de nosotros, a decir, que seamos conformados a la imagen de Su Hijo Jesucristo, quien no violó ninguno de los mandamientos.
El proceso de santificación es un proceso lento y largo, pero nuestra meta siempre debe ser no inferior a la misma imagen de Jesús.
Bendiciones.