La Ley de Dios y la Vida Santificada
Esta será mi última entrada con respecto al tema que se ha venido desarrollando a partir de esta entrada. He venido argumentando que el creyente debe observar la ley mosaica, pues esta no ha sido depuesta ni abrogada, sino que permanece hasta el día del juicio (Mateo 5: 17-20).
Es cierto, como dije ayer, que el creyente murió a la ley, pero no en el sentido en el que los antinomialistas lo interpretan. Ellos creen que debido a que Pablo argumenta que el creyente ha muerto a la ley, entonces eso debe significar que el cristiano ya no debe observar esa ley mosaica. Fue por ello que utilicé los escritos de Santiago y del mismo apóstol Pablo para demostrar que ellos consideraban un deber observar esa ley.
Ciertamente, el creyente ha muerto a la ley. Pero lo que esto significa es que el creyente ha muerto a la condenación que daba la ley mosaica sobre la vida de todos los hombres. Argumenté además, que esa muerte a la ley se debe a la obra perfecta de Jesucristo, quien vivió su vida perfectamente apegada a la ley de Dios para que esa Justicia le fuera imputada a los hombres que Dios Padre le había entregado en Sus manos.
Y aquí es donde entramos al tema de esta entrada. Con qué razón hemos sido libertados de la condenación de la ley? Sencillamente para vivir una vida santa y perfecta.
Las Escrituras no dejan duda acerca del patrón por el que los creyentes deben vivir sus vidas. Y en teología conocemos de tres estándares de santidad por el que deben andar los cristianos: la santidad de Dios, la voluntad de Sus preceptos y Cristo mismo.
Debido a que el hombre fue creado a imágen y semejanza de Dios, y debido a que de acuerdo a Pablo, fue recreado por gracia de acuerdo a esa misma imágen divina en el conocimiento y verdadera justicia y santidad (Ef 4: 24), las Escrituras llaman al cristiano a imitar la santidad ética de Dios. Encontramos llamados como los siguientes,
44 Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo; así que no contaminéis vuestras personas con ningún animal que se arrastre sobre la tierra. 45 Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque yo soy santo.” Levítico 11: 44-45
15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” 1 Pedro 1: 15-16
Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Mateo 5: 48
La vida de los creyentes debe ser moldeada concretamente en conformidad a sus preceptos, es decir de acuerdo a Su ley moral-el decálogo-pues es ésta ley la norma ética para la vida del cristiano. Y aquí es donde muchos argumentan que hacer eso es legalismo. Cuál es la definición verdadera de este término? El Merriam-Webster’s Collegiate Dictionary (11 Edición) lo define como “la adherencia estricta y literal a la ley oponiéndose al evangelio; la doctrina de la justificación por obras.” Comprender este concepto es sumamente importante, debido a que en la actualidad se dice que una persona es legalista si se adhiere a los preceptos divinos como la norma de moralidad.
Ambos conceptos son totalmente diferentes, ya que la doctrina de la justificación por medio de la fe implica que el regirse por la ley de Dios como la norma moral en la conducta de un creyente no es legalismo. Pos supuesto que debemos tener claro que se debe prestar atención a la unión con Cristo y a la obra del Espíritu Santo en la santificación del creyente. Esto es precisamente lo que dice la Confesión de Fe de Westminster. En el capítulo XIX dice,
el Espíritu de Cristo subyuga y capacita la voluntad del hombre para que haga alegre y voluntariamente lo que requiere la voluntad de Dios, revelada en la ley.” [1]
Es decir, la verdadera ética cristiana es la que se preocupa por la obediencia a los preceptos divinos, siendo esto posible mediante el Espíritu Santo (Romanos 8: 4). En teología se le conoce a esto como el tercer uso de la ley. El primero son los estándares morales que deben servir como una regla de la verdadera justicia civil; y el segundo uso que es su obra de convencimiento de pecadores a través del Espíritu Santo para llevarlos a Cristo para que sean justificados por medio de la fe (Gálatas 3: 24).
Esto ha sido rechazado por algunos luteranos, como bien dijo un comentarista en una de las entradas previas, principalmente por las enseñanzas de Melanchthon en la Fórmula de la Concordia (Artículo VI), por temor a permitir la entrada del legalismo en la vida cristiana. Lo mismo ocurrió con los dispensacionalistas. Para ellos, Pablo enseñó que la ley ha sido cumplida por Cristo y por lo tanto ya no tiene relevancia para el cristiano. Dicen estar unidos a Cristo y por lo tanto sólo deben servirle a Él.
Pero, cuál es entonces la relación del Cristiano con la ley mosaica? Pablo, el gran hombre del Señor habla de la ley como santa, justa, espiritual y buena (Romanos 7: 12, 14, 16), y mantiene que todo el mundo le debe a Dios por estar bajo la ley (Romanos 3: 19). El apóstol deja claro que el evangelio, en lugar de nulificar la ley mosaica, la mantiene y confirma (Romanos 3: 31). Este hombre enseña que la obediencia es conformarse a la voluntad de Dios y que esa voluntad es la que provee las normas específicas para la obediencia cristiana. Es decir, en los escritos de Pablo es claro que la fundación de la ética cristiana es la ley de Dios.
Esta ley, según escribe Pablo, es conocida por todos los hombres debido a que están hechos a imágen de Dios (Romanos 1: 32). Por ejemplo, en este pasaje de Romanos, Pablo muestra que todos los hombres son concientes de la enseñanza moral de Dios que les ha sido revelada en la creación. Por ello el apóstol habla de syneidesis (conciencia), pues es la conciencia de cada hombre lo que refleja dentro de él el conocimiento de los estándares morales de Dios.
Y donde está revelada esa ley moral de Dios para los creyentes? En las Escrituras, y especialmente en el decálogo. Veamos algunos ejemplos.
¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.” Romanos 7: 7
4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. 7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8 y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. 9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 10 Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. 11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. 12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; 13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.” Romanos 8: 4-13
Este pasaje deja claro que Pablo quería enseñar que Cristo redimió a los creyentes para permitirnos obedecer la ley de Dios, y que el Espíritu Santo nos posibilita para andar en esa ley. Queda claro del versículo 7 que si aquellos que andan en la carne no pueden agradar a Dios ni pueden sujetarse a la ley de Dios, los creyentes que andan en el Espíritu sí pueden.
9 Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 10 El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.” Romanos 13: 9-10
El hecho de que Pablo mencione el Decálogo como aquellos que es cumplido por la ley del amor demuestra claramente la permanencia y relevancia de la ley en la vida cristiana. Esto nos recuerda al resumen que hizo Cristo de la ley mosaica. El estándar ético del creyente es la ley mosaica, la cual es cumplida por el creyente mediante el amor, y esto ocurre cuando un hombre es hecho una nueva criatura en Cristo, pues obtiene vida espiritual (Gálatas 5: 6, 13). El amor expresa la verdadera intención y dirección de la ley como el bien que Dios le da al hombre para que el hombre exprese adecuadamente su amor por Dios y por el prójimo.
19 La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios.” 1 Corintios 7: 19
En este pasaje vemos a Pablo decir que la circuncisión y lo incircuncisión no son nada. Lo único que cuenta es cumplir la ley de Dios. Y queda claro que Pablo hace una diferencia entre la ley ceremonial, la cual es temporal, y la ley moral que es permanente.
2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; 3 para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.” Efesios 6: 2-3
Acá Pablo cita el quinto mandamiento asumiendo que los cristianos debían mantenerlo, debido a que es parte de la ley de Dios. George Ladd escribe lo siguiente,
“Pablo nunca piensa de la ley como algo que ha sido abolido. Permanece la expresión [ética] de la voluntad de Dios…La permanenecia de la ley es reflejada…en el hecho que Pablo cita mandamientos específicos en la ley como la norma para la conducta cristiana…[Por ejemplo Romanos 13: 8-10 y Efesios 6: 2] es claro que la ley [en sus demandas éticas] continúa siendo la expresión de la voluntad de Dios para la conducta, aún para los que no están bajo la ley…La ley como la expresión de la voluntad de Dios es permanente.” [2]
Otros autores como Ernest Kevan escriben,
No hay ninguna pista en el Nuevo Testamento que la Ley ha perdido su validez en el más mínimo grado, ni hay la sugerencia de su rechazo. Por el contrario, el NUevo Testamento enseña sin ambigüedades que los Diez Mandamientos están aún activos sobre todo hombre.”
Para los cristianos reformados el tercer uso de la ley no hace que los cristianos mantengan un pacto de obras, ni sean legalistas. Lo que vemos en la confesión de Bautista de Londres de 1689 es lo siguiente,
La ley moral obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás, a que se la obedezca; y esto no sólo en consideración a su contenido, sino también con respecto a la autoridad de Dios, el Creador, quien la dio. Tampoco Cristo, en el evangelio, en ninguna manera cancela esta obligación sino que la refuerza considerablemente.
Aunque los verdaderos creyentes no están bajo la ley como pacto de obras para ser por ella justificados o condenados, sin embargo ésta es de gran utilidad tanto para ellos como para otros, en que como regla de vida les informa de la voluntad de Dios y de sus deberes, les dirige y obliga a andar en conforinidad con ella, les revela también la pecaminosa contaminación de sus naturalezas, corazones y vidas; de tal manera que, al examinarse a la luz de ella, puedan llegar a una convicción más profunda de su pecado, a sentir humillación por él y odio contra él; junto con una visión más clara de la necesidad que tienen de Cristo, y de la perfección de su obediencia. También la ley moral es útil para los regenerados a fin de restringir su corrupción, en cuanto que prohíbe el pecado; y sus amenazas sirven para mostrar lo que aun sus pecados merecen, y qué aflicciones pueden esperar por ellos en esta vida, aun cuando estén libres de la maldición y el puro rigor de la ley. Asimismo sus promesas manifiestan a los regenerados que Dios aprueba la obediencia y cuáles son las bendiciones que pueden esperar por el cumplimiento de la misma, aunque no como si la ley se lo debiera como pacto de obras; de manera que si alguien hace lo bueno y se abstiene de hacer lo malo porque la ley le manda lo uno y le prohíbe lo otro, no por ello se demuestra que esté bajo la ley y no bajo la gracia.”
Es claro que la ley moral de Dios es permanente tanto para los creyentes como para los incrédulos. Para los últimos es condenación, pero para los primeros es un tesoro, pues nos conforma a la imágen de Cristo.
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[1] Confesión de Fe de Westminster. XIX, vii.
[2] George Ladd. Theology of the New Testament. Páginas 509-510
[3] Confesión Bautista de Londres 1689. XIX, v-vi
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Efectivamente Eduardo
Muchos nos acusan (a los reformados) de ser legalistas pero, como bien defines en esta entrada, el legalismo es opuesto al evangelio y se presenta a sí mismo como un medio de justificación. Eso es un tremendo error pero los que no nos conocen nos juzgan de cosas que no saben, como que para nosotros la ley no es para justificación sino como norma de vida.
Creo que quien más daño le ha hecho al cristianismo en estos últimos siglos han sido el Sr. John Nelson Darby y su amigo Scofield con su invención dispensacionalista, donde todo lo que aparece en la Escritura está reñido.
Para ellos la ley y la gracia son enemigos, incompatibles, opuestos. Creen que donde hubo ley no hubo gracia y que donde hay gracia no hay ley, sin embargo en toda La Escritura aparecen la ley y la gracia como cosas que se complementan porque ambas provienen del mismo Dios. Pero el dispensacionalismo no solo atenta contra la unidad de Las Escrituras y de la mismísima Trinidad sino que también atenta contra el concepto bíblico de un solo pueblo de Dios, y haciendo lo mismo que hacen con la Biblia hacen con el pueblo de Dios al decir que Dios tiene dos pueblos: Israel y la iglesia.
Esto ha causado y causa muchísima confusión dentro de la Iglesia. Es una pena.
Juan,
Creo que has hecho un punto muy importante. Gracias y bendiciones.
Si, y ademas aparecen todas esas invenciones del rapto y del milenio.
En todos los libros antiguos no se mencionan esas doctrinas ni por si acaso. Y que eso que Israel es el termómetro de Dios. ¡Horror!