Montanismo Redivivus: Argumentos para el Cese del Don de Profecía
En la entrada anterior escribí acerca de la definición que nos brinda el Antiguo y Nuevo Testamento acerca de la profecía. El día de hoy quiero argumentar, de la Biblia, a favor del cese de este don. Para esto, quiero analizar varios pasajes bíblicos que creo nos demuestran que este don ha dejado de ser dado por el Espíritu Santo a Su iglesia. Porqué? Porque la profecía, que es la palabra que Dios le daba a un portavoz (profeta) para que Su pueblo conociera Su voluntad, ya no es necesaria debido a que tenemos el canon completo de las Escrituras. Además, podemos argumentar a favor del cese debido a la naturaleza de la “profecía” actual en comparación con la profecía bíblica.
En e análisis previo escribí que Grudem y otros continuacionistas definen profecía tan sólo como una palabra que Dios le trae a la mente a una personaq. Casi como una premonición. Según algunos continuacionistas, este don actual está mezclado con la falibilidad y el pecado humano y por lo tanto en ocasiones no ocurre lo que se profetiza. Pero, como argumenté, esta definición no es bíblica, y ha sido promulgada con la intención de hacerle creer a los creyentes que aún existe el don de profecía en medio de la iglesia.
Efesios 2: 19-21
Este pasaje de las epístolas de Pablo es muy importante para entender el cesacionismo de aquellos dones espirituales que fueron dados por el Espíritu Santo para autenticar y proveer testimonio a los incrédulos del mensaje divino que llevaban los apóstoles. Este verso dice,
“19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, 20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, 21 en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor”
En este pasaje Pablo, empleando la estructura del templo como una metáfora para describir a la iglesia, hace una distinción entre los apóstoles y profetas por un lado, y a los creyentes por otro lado, relacionandolos entre ellos como las paredes están relacionadas con la fundación. La iglesia entera, dice Pablo, está construída sobre la fundación de los apóstoles y profetas, y nadie más.
El verso 20 se refiere a la iglesia católica (universal), y no a una iglesia local. Esto queda demostrado por el uso del apóstol, de la palabra ekklesia en esta y otras epístolas. Entonces, como todas las fundaciones en cualquier edificio, la fundación de la iglesia solo puede ser colocada una sola vez.
En el capítulo 3 de esta epístola tenemos otro pasaje importante que nos ayuda a entender Efesios 2: 19-21, ya que trata aceca del impacto revelatorio que tuvieron los apóstoles y los profetas en la iglesia. En este pasaje leemos,
“1 Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles; 2 si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; 3 que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, 4 leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, 5 misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: 6 que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio, 7 del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder. 8 A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, 9 y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; 10 para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestials” Efesios 3: 1-10
En este pasaje, y principalmente desde el verso 5 vemos claramente que los apóstoles y los profetas fueron primordiales como vehículos de revelación, proveyendo la fundación para la iglesia, esto es, el misterio de la inclusion de los gentiles y judíos en el cuerpo universal de Cristo, que es la iglesia. Este misterio, dice Pablo, fue revelado a toda la iglesia, no solo a una iglesia local a partir de los apóstoles y profetas, de quienes Pablo era uno. Pablo dijo que esta revelación acerca de los gentiles en la iglesia no había sido revelado anteriormente, pero que en ese momento era revelado por los apótoles y profetas y que está contenido en el canon de las Escrituras.
Este misterio fue revelado completamente al cuerpo de Cristo para el final de la era apostólica a través de la proclamación o profecía. Esta primera generación echó las fundaciones a través de la recepción de tal revelación divina. Una vez que esta revelación fue dada, ya no se necesitaba ser dado por el Espíritu de nuevo, ya que ya había sido proclamado por los apóstoles. Una vez que un misterio es revelado, ya no necesita ser revelado de nuevo.
Otro punto importante, y que será tocado en las últimas entradas de esta serie es que el apostolado en Efesios 2: 20 se refiere a un grupo específico, restringido a los apóstoles del primer siglo, especialmente porque este verso está relacionado con los apóstoles de Efesios 3: 5-10 y al misterio de la inclusión de los gentiles en la iglesia que no más debía ser revelado. Lo que nos dejan claro estos pasajes es que estos apóstoles fueron directamente comisionados por Cristo y de Él recibieron tal revelación y fueron los instrumentos primarios en la expansión del evangelio en el primer siglo de esta era.
Este término “fundación” es clave, ya que fue establecido en el primer siglo cuando los apóstoles, como testigos del ministerio de Cristo y comisionados por Él, estaban aún con vida. Veamos también que este don de profecía está relacionado con el apostolado, y los profetas están al lado de los apóstoles, y juntos establecen la fundación de la iglesia, es decir la Biblia. Para los escritores del segundo siglo como Ignacio, el autor de la Didache y del Fragmento Juratorio, el apostolado era una cosa del pasado. Si el primer siglo marcó el final del apostolado, quizás también marcó el fin del don de profecía.
Además, debido a que Pablo se estaba refiriendo a la iglesia universal y a que los apóstoles y profetas habían establecido las fundaciones de ésta recibiendo y proclamando revelaciones, la implicación es que una vez que la iglesia fue establecida, el don de profecía sería discontinuado. Por sus características, una fundación no puede ser establecida dos veces. En este verso vemos que Pablo veía la revelación divina como algo que ocurriría en un período establecido e irrepetible, con la iglesia en otras eras ordenada a descubrir su fundación en esos apóstoles y profetas, o para ser más específicos, en su doctrina, la cual fue escrita en la Biblia.
1 Corintios 13: 10
Este pasaje no lo voy a discutir, pues ya fue analizado en una entrada previa de esta serie.
La Naturaleza Revelatoria y Milagrosa de la Profecía
Este argumento lo he venido desarrollando desde la entrada anterior para demostrar la diferencia entre la profecía bíblica y la “profecía” actual. Es claro que los intentos de profecía en la actualidad se asemejan a la herejía del segundo siglo de esta era conocida como Montanismo, un fenómeno de falso profecía. La falsa profecía fue una razón estratégica por la cual la iglesia rechazó a Montanus y su movimiento y sus afirmaciones de ser profecía genuina. Porqué razón fue rechazado? Porque la iglesia postapostólica basándose en la enseñanza del Nuevo Testamento veía a los apóstoles como una continuación de los profetas del Antiguo Testamento, y por lo tanto la falsa profecía sería una de las maneras de identificar a los falsos profetas.
Como escribí en la entrada previa, la profecía del Antiguo y Nuevo Testamento era cien porciento correcta en todo lo que se profetizaba. O el profeta estaba siempre en lo correcto y preciso en sus declaraciones y era un profeta verdadero, o estaba en lo incorrecto y fallaba sus profecías y era un falso profeta y debía ser muerto por haber hablado palabra que Dios no había hablado.
Además, como argumenté en la entrada previa con respecto a Deuteronomio 13, aún si la profecía se cumple, esto no implica que tal hombre sea un profeta y que lo que dijo fuera profecía o revelación divina. Porqué? Porque puede ser una prueba de Dios. Todo profeta debe ser investigado, si lo que habla no está de acuerdo con el carácter de Dios y con su palabra (Biblia) entonces, a pesar de que haga milagros y se cumpla su profecía, el pueblo de Dios no debe hacerle caso. El verdadero profeta de Dios siempre habla la palabra de Dios, y por lo tanto nunca contradice lo que Dios ha revelado anteriormente (Biblia), y siempre se cumple lo que ha profetizado. Esto es clave. Esto porque en el Nuevo Testamento vemos a Jesús previniéndonos de los falsos profetas que con milagros increíbles intentarán engañarnos con mentiras (Mateo 7: 15-16; 24: 11, 24: Marcos 13: 22; 1 Juan 4: 1).
Pero muchos hoy en día dicen estar recibiendo revelaciones de Dios a través de visiones, sueños, de forma audible, etc. El problema es que sus revelaciones son falibles y están siempre equivocadas. Como dice Geisler, “una revelación falible de Dios es una contradicción.” El problema que existe de hacer “profecías” en el nombre de Dios es que pueden ser falsas. Esto pareciera insignificante para muchos que no tienen verdadero temor de Dios, hasta que recordamos que la prueba de un profeta no es si en ocasiones está en lo correcto, sino si siempre está errado. La pena para un falso profeta en el Antiguo Testamento era la muerte. Si esa ley estuviera en efecto en nuestros días, definitivamente habrían mucho menos personas diciendo tener el don de profecía.
Cualquiera que en la actualidad afirme tener el don de profecía debe ser investigado de acuerdo a la Biblia y a lo que nos enseña el Nuevo Testamento. Estas personas deben seguir las regulaciones establecidas en la Biblia. Al afirmar tener el don de profecía están asegurando tener contacto directo con Cristo. La profecía involucra el dar milagrosamente una revelación que no puede ser adquirida por medios humanos. Es por esto que si la profecía puede estar mezclada con el error humano, ya no es milagrosa, y por lo tanto ya no es divina, y por lo tanto y no es profecía.
Cualquier profecía debe ser probada según los pasajes de Deuteronomio 13, 18 , y 1 Juan 4: 1-3. En el momento en que una profecía se comprueba como equivocada o desacertada, entonces tal profecía debe declararse una falsa profecía, y el hombre que la pronunció debe ser llamado un falso profeta. En la entrada anterior escribí algunos ejemplos de falsos profetas y sus falsas profecías, pero otro ejemplo es Pat Robertson del Club 700 quien ha dado tantas falsas profecías que debe agradecer de no vivir en los tiempos de teocracia de Israel, pues hubiera sido ejecutado hace mucho tiempo.
Es claro entonces que la Biblia argumenta a favor del cese del doon de profecía, esto en base a la naturaleza milagrosa y al propósito de este don, y además comprobable por las inconsistencias de aquellos que han afirmado tener el don a lo largo de la historia de la iglesia. En las próximas entradas estaré concluyendo esta serie con la pregunta: Existen apóstoles en nuestros días?
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