Spurgeon: La Autoridad de la Biblia
En recientes comentarios en este blog, he podido ver como para muchas personas, la Biblia no es tan autoritaria como ella dice de sí misma. Inclusive, alguien comentó que la palabra theopneustos, para indicar, como dije en mi análisis, “soplada” o “salida” directamente de la boca de Dios, había sido refutada desde antes de la Reforma, y en los primeros 500 años del protestantismo. Bueno, Charles Spurgeon tiene algo que decir al respecto. Veamos que fue lo que escribió el príncipe de los predicadores cuando predicó el pasaje de Oseas 8:12,
“Primero, entonces, en lo relativo a este libro, ¿quién es el autor? El texto nos dice que es Dios. “Le escribí las grandezas de mi ley.” Aquí está mi Biblia, ¿quién la escribió? La abro y observo que se compone de una serie de tratados. Los primeros cinco libros fueron escritos por un hombre llamado Moisés. Paso las páginas y veo que hay otros escritores tales como David, y Salomón. Aquí leo a Miqueas, luego a Amós, luego a Oseas. Prosigo hacia adelante y llego a las luminosas páginas del Nuevo Testamento, y veo a Mateo, Marcos, Lucas y Juan; Pablo, Pedro, Santiago y otros; pero cuando cierro el libro me pregunto: ¿quién es su autor? ¿Pueden estos hombres, en conjunto, atribuirse la paternidad de este libro? ¿Son ellos realmente los autores de este extenso volumen? ¿Se dividen entre todos ellos el honor? Nuestra santa religión responde: ¡no!
Este volumen es la escritura del Dios viviente: cada letra fue escrita por un dedo Todopoderoso; cada palabra salió de los labios eternos, cada frase fue dictada por el Espíritu Santo. Aunque Moisés fue usado para escribir sus historias con su ardiente pluma, Dios guió esa pluma. Puede ser que David tocara su arpa haciendo que dulces y melodiosos salmos brotasen de sus dedos, pero Dios movía Sus manos sobre las cuerdas vivas de su arpa de oro. Puede ser que Salomón entonara Cantares de amor, o pronunciara palabras de sabiduría consumada, pero Dios dirigió sus labios, e hizo elocuente al Predicador. Si sigo al atronador Nahum cuando sus caballos aran las aguas, o a Habacuc cuando ve las tiendas de Cusán en aflicción; si leo a Malaquías, cuando la tierra está ardiendo como un horno; si paso a la plácida página de Juan, que nos habla del amor, o a los severos y fogosos capítulos de Pedro, que habla del fuego que devora a los enemigos de Dios; o a Judas, que lanza anatemas contra los adversarios de Dios; en todas partes veo que es Dios quien habla.” [1]
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[1] Charles H. Spurgeon. Sermón predicado la Noche del Domingo 18 de Marzo, 1855.
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