Viviendo Como El Llanero Solitario

Lone Ranger
De niño recuerdo la serie famosa “El Llanero Solitario.” La recuerdo no porque fuese de mi época, pues tendría como noventa años, sino porque las repeticiones eran famosas entre los niños al final de la década de los 70 y principios de los 80’s.
Esta famosa serie trataba de un llanero tejano enmascarado, quien junto a su amigo Tonto, un indio apache, combatía en solitario a los villanos del viejo oeste americano.
Quizás se estén preguntando: qué tiene que ver esto con el cristianismo? Mucho! Desde hace varios meses he querido escribir algo al respecto, pero no fue sino hasta estos últimos días a causa de una discusión mantenida con un cometarista en este blog, que decidí escribir sobre un tema bastante importante y sobretodo ignorado en nuestros tiempos. El día de hoy quiero discutir con respecto a la necesidad de la membresía de los creyentes a una iglesia local.
Para nadie es un secreto que el estado del evangelicalismo actual es un desastre. Existen cientos de falsas iglesias, lideradas por falsos maestros, enseñando un falso evangelio. La mala teología y la incapacidad de muchos pastores de someterse a la verdad divina son problemas gravísimos que afectan no sólo a las iglesias en latinoamérica, sino alrededor del mundo. El auge del neo-pentecostalismo y sus abusos, la creciente tasa en el número de iglesias predicando la doctrina de la prosperidad en nuestros países tercer mundistas, ha llevado a muchos a llevar vidas como las del llanero solitario.
Muchos han vivido experiencias terribles en este tipo de iglesias, en donde han sido enseñados doctrinas prácticamente heréticas, ya sea dentro del Catolicismo Romano o en las iglesias arminianas y carismáticas. Otros han vivido experiencias en iglesias legalistas en donde se enseñan cosas que no están en la Biblia como por ejemplo el vestir de cierta manera, no tomar ciertas bebidas, no jugar ciertos juegos, etc. Esto a hecho que muchas personas desechen la idea de congregarse y ser miembros de alguna iglesia local.
Otra razón importante es el auge del individualismo que ha sido parte importante en las últimas décadas. Muchos rechazan la idea de asistir a la iglesia los domingos precisamente porque interfiere con su autonomía. Debemos admitir que el espíritu de nuestros tiempos es el del materialismo, egocentrismo, que hace que muchas personas no deseen ni permiten algún tipo de autoridad sobre ellos. En mi país he escuchado de alumnos de colegio y escuela amenazar a sus profesores porque les obligan a hacer algún tipo de tarea. Incluso los han llegado a demandar. De la misma manera, ese espíritu egocéntrista que impera en esta época de la historia, en donde todo se trata de complacer al yo interior, ha causado estragos en la iglesia visible.
Muchos que dicen ser cristianos, a causa de su amor por ellos mismos, viven cada domingo como lo hacen los ateos: se despiertan tarde, ven televisión, van al estadio a ver a su equipo de fútbol favorito jugar, van al cine, de compras, etc. Para ellos, su profesión de fe no es más que un intento de calmar sus conciencias con respecto a su maldad. Decir que son cristianos, según ellos, los salva del infierno, pero no cambia su manera de vivir. De por sí, ellos están contentos viviendo en autonomía. Nadie puede decirles lo que deben hacer. Ni siquiera el Dios viviente.
Todo esto es la causa del porque escuchamos cosas como: “La BIblia no dice que deba pertenecer a una iglesia local;” o, “No creo en la iglesia local. Todos sus líderes son unos impostores;” o, “Yo puedo adorar a mi Dios en mi casa con mi familia;” y la más común, “Yo soy parte de la iglesia invisible de Cristo. Eso es suficiente.” Todo esto demuestra la ignorancia y la rebeldía de muchos creyentes. Son claras las palabras de Dios a Israel por medio de Oseas, “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Oseas 4: 6). Es claro que muchos no quieren aprender la voluntad de Dios para Su pueblo, y siguen creyendo las mentiras y excusas de su propio corazón. Pero el que rehúsa la sabiduría perecerá.
Entonces, el día de hoy deseo analizar dos razones importantes que da la Biblia para que todos los creyentes sean miembros de una iglesia local.
I. Qué es la Iglesia?
La palabra iglesia se origina del griego εκκλεσια (ekklēsia) que quiere decir “asamblea o congregación.” Es la misma palabra que fue utilizada en la Septuaginta para describir a la congregación o asamblea del pueblo de Dios. Turretin la describe como, “una asamblea de hombres llamados de toda la raza humana por medio de la predicación del evangelio para constituír una sociedad de creyentes; o el cuerpo místico de Cristo, dentro del cual nadie es recibido a menos que haya sido llamado.” [1]
Es claro de la Biblia que este término es utilizado de dos maneras diferentes: primero, para referirse a la iglesia invisible y segundo, para referirse a una iglesia local o la iglesia visible. Cuando hablamos de la iglesia invisible, nos referimos a la congregación de todos los santos independientemente de tiempo y espacio. Es decir, nos estamos refiriendo a todos los santos que existieron en el pasado, en el presente, y que existirán en el futuro. Todos ellos conforman la congregación de ese pueblo que ha sido llamado por Dios (Ef. 5:23, 25; Mt. 16:18; Ef. 1:22, 23; 3:10, 21; Col. 1:18, 24).
Pero también, cuando el Nuevo Testamento se refiere a la iglesia visible lo hace hablando acerca de una congregación de hombres de un lugar particular que han sido llamados a la fe en Cristo mediante la predicación del evangelio y que se reúnen juntos como un sólo cuerpo (Hechos 5:11; 11:26; 1 Cor. 11:18; 16:19; Rom. 16:23; Gal. 1:2; 1 Tes. 2:14; Col. 4:15; Fil. 2; Ap. 1:11, 20). Ambas, la iglesia invisible y la visible, son tan sólo dos aspectos de la iglesia del Señor, y en esta entrada solamente analizaré a la iglesia visible, pues mi intención es demostrar que los creyentes deben pertenecer a una iglesia local.
A. Enseña el Nuevo Testamento la Membresía a la Iglesia Local?
La simple lectura del libro de los Hechos de los apóstoles y las epístolas nos permiten ver claramente que la participación de los creyentes en una iglesia local no era algo opcional, sino que era algo imperativo. Veamos un ejemplo en el libro de los Hechos. En el capítulo 2 leemos lo siguiente,
41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. 43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; 45 y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. 46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,47alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.” Hechos 2: 41-47
Cuando leemos este pasaje, debemos entender que Dios agregaba creyentes a la iglesia invisible y que estos creyentes luego se iban a sus casa a vivir sus vidas separados de otros creyentes? Jamás! Por el contrario. Lucas escribe que, “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” Es más, el médico escribe en Hechos 16: 5 que, “las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada día.” Este era el resultado y la voluntad de Dios para todos aquellos a los que había llamado para ser salvos, es decir, que se congregaran juntos para alabar y glorificarle y tener comunión unos con otros. Noten que el pasaje dice, “las iglesias,” para hacer notar que en cada lugar donde se predicaba el evangelio y habían creyentes, se formaba una iglesia local.
El NUevo Testamento nos deja muy claro que en la iglesia primitiva existía algo más que tener una relación privada con Cristo, esto era el pertenecer a una iglesia local para ser enseñados por los pastores que Cristo le había dado a cada iglesia visible a través de todo el mundo. Por qué razón? Porque Dios le ha dado a cada uno de los individuos de Su pueblo ciertos dones espirituales, para que el cuerpo de Cristo funcione armoniosamente. Es lo que Pablo escribe en la epístola a los Romanos,
4 Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, 5 así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.” Romanos 12: 4-5
Dios no le da dones a un creyente para que se aisle de otros creyentes, creyendo ser autónomo, sino que esos dones les son dados para edificación de otros creyentes. Esto es muy importante: los dones espirituales no son para edificación propia, sino para edificación de la iglesia, y el Nuevo Testamento es claro al enseñar que esos dones deben ser ejercidos dentro de la iglesia local (1 Corintios 12: 12-25). NO es esto también lo que escribe el autor de la epístola a los Hebreos?
24 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” Hebreos 10: 24-25
Porqué esta necesidad? Una razón es porque los creyentes son pecadores. Nunca debemos olvidar esto: el pecado aún mora en nosotros, y por ello es necesario el congregarnos en una iglesia local en donde podamos ser bendecidos con los pastores y maestros que Dios nos ha dado para enseñarnos y guiarnos en la verdad bíblica. Ser bendecidos también por medio de los hermanos que nos exhortan, corrigen, ayudan espiritualmente, que nos alientan, etc. Dios no nos creó para ser autónomos, sino para funcionar en comunidad, y esta comunidad se da en medio de una iglesia local.
II. El Gobierno Eclesiástico
Esta es otra prueba de que Dios requiere que los creyentes pertenezcan a una iglesia local. Y este es quizás una de las principales razones por las cuales muchos no asisten a la iglesia. En este pecado de la autonomía, muchos consideran que nadie debe mandar sobre ellos. Nadie debe tener autoridad sobre ellos, sólo Cristo. En cierta medida esto es cierto, pero viéndolo desde otro punto de vista puede considerarse como una rebeldía, pues fue Cristo quien estableció un gobierno eclesiástico al cual debe someterse los creyentes.
En la epístola a los Efesios Pablo escribió, “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros” (Efesios 4: 11). Quién fue el que constituyó los líderes de una iglesia? Cristo! Esto presupone que debe existir un grupo de personas que estén sujetas a estos líderes impuestos por Cristo a la iglesia. Por ejemplo, Pedro escribe lo siguiente,
1 Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: 2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; 3 no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. 4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.” 1 Pedro 5: 1-4
La misión que Cristo le dio a los ancianos en las iglesias fue la de pastorear a sus ovejas. Cómo iba a hacer esto Pedro, o Santiago en Jerusalén, si habrían creyentes que no asistían a la iglesia? Lógicamente Pedro tenía claro que los creyentes en un cierto lugar se congregarían como iglesia para ser pastoreados por los maestros que Cristo les había dado como regalo. Pero, los creyentes no sólo deben pensar que los pastores son los maestros en la iglesia, sino que debemos verlos como los presenta la Biblia, como una autoridad a la cual debemos someternos. El autor de Hebreos escribe lo siguiente, “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso” (Hebreos 13: 17).
Además la simple razón de que las epístolas fueran escritas a iglesias locales, nos debe apuntar hacia la verdad de que esto es lo que es requerido de los creyentes. Es en medio de la iglesia local en donde Dios le enseña a Su pueblo más acerca de Él, Su voluntad, etc. Cómo va a obtener estas bendiciones aquel que se cree el Llanero Solitario?
Dios ama tanto a Su pueblo que nos ha ordenado ser miembros de alguna iglesia local, para ser edificados mediante la predicación y enseñanza de la palabra de Dios, y también para ser receptores de la acción de los dones espirituales que Dios mismo le ha dado a los demás miembros de esa iglesia local. Aquel que se niega a congregarse y a ser miembro de una iglesia local, no sólo desobedece a Dios, sino que también está poniendo en peligro su alma, pues, de qué manera será guiado y enseñado en la palabra de Dios? De qué manera será exhortado cuando esté sufriendo? De qué manera será disciplinado cuando caiga en pecado? De qué manera será alentado cuando esté luchando en su vida?
El ser miembro de una iglesia local no es una opción para el creyente, sino una obligación. Lo triste es cuando este tipo de verdades son tildadas de legalistas. Lástimosamente son consideradas así por aquellos que desean autonomía, rebelándose contra la verdad bíblica de que Dios no nos hizo para vivir aisladamente, sino para servir y vivir en una asamblea.
Dejémos de comportarnos como el Llanero Solitario y comprendamos que el ser miembro de la iglesia local es una orden y una bendición dada por Dios para los que han sido llamados por Él.
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[1] Francis Turretin, Institutes of Elenctic Theology. 3:6.
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