El Apóstol Juan y las Doctrinas de la Gracia-Parte IV
Como hemos visto, la elección incondicional es la obra del Padre; la expiación limitada, la obra del Hijo; y la gracia irresistible es la obra del Espíritu Santo. De esto vemos que la salvación es una obra trinitaria. Es por ello que nos bautizamos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Porqué? Porque la salvación es del Señor.
El día de hoy veremos la acción del Espíritu Santo sobre los elegidos del Padre, la cual es eficaz en el corazón de estos hombres. Es claro que mientras más maduro sea el cristiano, más se da cuenta de todo lo que hizo Dios, y sólo Dios, para salvarlo. Esto es justo lo que enseñan las doctrinas de la gracia.
Como dijimos, la gracia irresistible es la obra soberana del Espíritu Santo para llamar a todos los que el Padre ha elegido, y los mismos que han sido comprados por el Hijo. Es una obra de regeneración de hombres que están muertos en sus delitos y pecados y los resucita o levanta a la vida espiritual para que alaben el nombre del Señor.
Definición:
Es la acción de abrir los ojos que están ciegos; oídos que están sordos; corazones que están muertos, para que crean en Cristo. Es por el regalo de la fe y del arrepentimiento y sobrepone a toda resistencia en el corazón del pecador y activa la voluntad que estaba muerta para que el elegido clame el nombre del Señor. Veamos lo que Cristo nos dice acerca de esta dctrina según la narración del apóstol Juan.
1. Juan 1: 12-13
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”
En el verso 12 tenemos un claro mensaje de la responsabilidad humana que debe ocurrir para demostrar que un hombre es salvo. Pero, en el verso 13 vemos la explicación de como una persona muerta espiritualmente puede hacer algo que es imposible para él. En este verso vemos que es Dios quien hace nacer de nuevo a una persona: “son engendrados…de Dios.” Esto es la regeneración, o como Henry Scougal escribió: “La vida de Dios en el alma del hombre.”
El “nacer de nuevo” significa tener un nuevo corazón, una nueva mente, una nueva disposición, nuevos afectos, nueva voluntad. Por ello la Biblia dice: “si alguno está en Cristo, nueva criatura es.” Eso es lo que significa nacer de Dios, es decir, ser una nueva criatura. El apóstol Juan nos da, de nuevo, tres argumentos negativos, y uno positivo. Es decir, como buen maestro, nos dice como no sucedió el nuevo nacimiento, y luego, al final, nos dice como fue que esto ocurrió realmente. Veamos,
1. No son engendrados de sangre: No importa lo que eran nuestros padres, si eran misioneros, pastores, grandes cristianos, etc. Eso no tiene importancia. Por decirlo de otra manera, Dios tiene hijos, pero no tiene nietos. Es decir, toda persona que viene al reino de Dios debe venir por su propio nuevo nacimiento. Nadie viene al reino de Dios por descendencia, como erróneamente creían los judíos. Por ello Pablo nos dice,
“porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos” Romanos 9: 6-7
2. No son engendrados por voluntad de carne: La carne del hombre natural odia a Dios; no desea tener comunión con Él. Esto es lo que Pablo nos enseña en el capítulo 3 de la epístola a los Romanos, al describir y acusar a toda la humanidad de pecado (Romanos 3: 9-12).
3. No son engendrados por voluntad de hombre: Esto habla o se refiere al esfuerzo personal, religiosidad, o cualquier cosa que pueda hacer el hombre para llegar a Dios, ya sea bautismo, asistir a la iglesia, diezmar, etc. La regeneración no origina en la voluntad del hombre, es decir, no está determinada por las “escogencias” del hombre, o sus deseos. Para el hombre esto es imposible. Porqué? Porque como vimos en la primera entrada de esta serie, la voluntad y todo el ser del hombre es esclavo del pecado.
Permítanme hacerles una pregunta: Qué hicieron ustedes para nacer? Decidieron ustedes el sexo que tendrían? Decidieron ser concebidos? Decidieron nacer el día en el que lo hicieron? Lo cierto es que todos los hombres lo único que hicieron fue salir del vientre de su madre, pero ninguno tuvo algo que ver en su nacimiento, y mucho menbos en su concepción. Es Dios quien crea la vida en el vientre de una mujer, y hace nacer a esa criatura en el día en que Él así lo ha determinado. Es por esto que Cristo utiliza este simbolismo para referirse a la regeneración. Dios primero crea una vida espiritual en cada creyente, y luego viene el nacimiento. A. W. Pink escribió lo siguiente comentando acerca de este verso,
“Por él mismo, el hombre natural tiene el poder de rechazar a Cristo; pero por él mismo, no tiene el poder para recibir a Cristo. Porqué? Porque tiene una mente que es enemistad contra Dios; porque él tiene un corazón que le odia. El hombre escoge aquello que va acorde a su naturaleza, y por lo tanto antes de que él escoja o prefiera aquello que es divino y espiritual, una nueva naturaleza debe serle impartida; en otras palabras, debe nacer de nuevo.” [1]
Ahora, qué viene primero, la fe y el nuevo nacimiento; o el nuevo nacimiento y luego la fe? La BIblia nos da la respuesta: la regeneración precede a la fe, y esa fe es el don de Dios como resultado de haber nacido de Dios. Veamos algunos ejemplos,
a. Hechos 3: 16
“Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.”
En este pasaje vemos que no es sólo Cristo el objeto de la fe salvadora, sino que es su fuente. Es decir, nadie puede creer en Cristo si Él no le da la fe para creer en Él.
b. Hechos 11: 18
“Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: !!De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!”
El arrepentimiento es el don de Dios para aquellos que han nacido de nuevo. Cuál es el origen del arrepentimiento? Origina del hombre, o de la voluntad del hombre? No, sino que es un regalo de Dios para Sus elegidos.
c. Hechos 14: 27
“Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles.”
Es claro este pasaje al decirnos que no fueron los gentiles los que abrieron la puerta de la fe, sino que fue Dios el que lo hizo, pues es Él quien tiene la llave del trono de David.
d. Efesios 2: 8
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”
Cuál es el regalo de Dios? En este pasaje vemos que no sólo la gracia es un regalo de Dios, sino también la fe.
e. Filipenses 1: 29
“Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él”
f. 2 Timoteo 2: 25
“que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad”
g. Hebreos 12: 2
“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
h. 2 Pedro 1: 1
“Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra”
Es por todos estos pasajes, que la doctrina del libre albedrío no llega más alto que la altura del hombre pecador. La única manera para creer en Cristo es que Cristo, como el autor de la fe, le conceda al pecador creer. Hasta que Cristo no lo haga, nadie puede creer en Él.
2. Juan 3: 38
“El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.”
En este pasaje, Cristo le ha venido explicando a Nicodemo como es que una persona nace de nuevo, para poder entrar en el reino de Dios. Cristo le dice que un hombre debe nacer del Espíritu para ser salvo, y luego, en el verso 8 le dice que el llamado del Espíritu es irresistible: “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va,” es decir, el hombre no sabe cuando, lo único que sabe es que de un momento a otro, Cristo es su mayor tesoro. Ese hombre no puede resistir nada. Esto describe el llamado irresistible y eficaz del Espíritu Santo. James Montgomery Boice escribe lo siguiente,
“Dejados a nosotros mismos, nosotros resistimos la gracia de Dios. Pero cuando Dios trabaja en nuestros corazones, regenerándonos y creando una nueva voluntad en nosotros, entonces lo que era indeseable se convierte en lo más deseable, y corremos a Jesús así como antes huíamos de Él. Los pecadores resisten la gracia de Dios, pero Su gracia regeneradora es eficaz. Se sobrepone al pecadoy logra el propósito de Dios.” [2]
En teología existe un término denominado “monergismo” (mono que significa uno y ergos que significa trabajo), lo cual implicaría “uno haciendo el trabajo.” Es por eso que los reformados hablamos de una regeneración monergística, o nuevo nacimiento monergístico. Ese único agente causando el nuevo nacimiento es Dios. Dios es la parte activa, y el hombre la parte pasiva del nuevo nacimiento.
Pero existe otra visión, llamada “sinergismo” (sin que significa junto y ergos que significa trabajo). La doctrina de la regeneración sinergística dice que no sólo hay un agente, sino que existen dos agentes actuando en la regeneración, Dios y el hombre. Esta es la visión arminianista o semi-pelagianista de dos poderes actuando juntos para dar como resultado el nuevo nacimiento. Esta visión requiere cooperación entre Dios y el hombre, ambos teniendo un voto, contribuyendo y convirtiéndose en co-salvadores. En esta visión dual, el hombre debe cooperar con el Espíritu Santo y el Espíritu Santo con el hombre, para que al final el hombre tenga el poder del voto, y puede resistir el poder de Dios todo poderoso para su regeneración.
Para mí, esta visión sinergística es una blasfemia, pues es robarle la gloria a Dios y darle la gloria al hombre. En los pasajes que hemos visto, queda claro que la regeneración es totalmente monergística.
3. Juan 5: 25
“De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.”
Lo que vemos en este verso es la acción del Espíritu Santo en el pecador en el momento de la regeneración, llamando a los elegidos del Padre. Esto es comparado con una resurrección. Cuánto puede un muerto contribuír con su propia resurrección? Lo que dice la Biblia es que el hombre natural está muerto en sus delitos y pecados, es decir, muerto espiritualmente, y no contribuye en nada con su resurrección, sino que es pasivo y es levantado. Esto es lo que vemos en el verso 25 cuando dice: “los que la oyeren [muertos] vivirán.” De nuevo, A. W. Pink comentando acerca de este pasaje dice,
“Esto continúa la misma idea del verso previo, agregando más detalles. “los muertos oirán;” que paradoja para la mente carnal! Sin embargo todo se vuelve iluminado cuando recordamos que es la voz del Hijo de Dios la que ellos escuchan. Su voz puede penetrar en el lugar d ela muerte, y debido a que Su voz es una voz dadora de vida, los muertos la escuchan y viven. La capacidad para escucharla es acompañada del poder de la Voz que habla, y es sólo porque esta Voz es dadora de vida que los muertos la escuchan siquiera, y viven. Aquí está la sexta prueba de la Deidad de Cristo: el Hijo dice tener absoluta igualdad con el Padre en el poder de dar vida.” [3]
Recuerdan la historia de Lázaro en Juan 11? Leemos como las hermanas de Lázar van a Jesús para pedirle que vaya a su casa pues Lázaro está enfermo. Jesús se queda donde estaba unos días más, hasta que la cuarto día vuelve a Betania y delante del sepulcro donde estaba el cuerpo muerto de Lázaro dice: “!!Lázaro, ven fuera!” Fue en ese llamado cuando se ejerció el poder. Ese llamado fue individual, si Jesús sólo hubiera dicho: “Fuera!” todos los sepulcros hubieran sido abiertos para sacar a todos los que habían muerto. Fue el mismo llamado que hizo Jesús con Mateo, Zaqueo, los apóstoles, etc. Cristo llama a sus ovejas por nombre. Spurgeon dice acerca de la historia de Zaqueo,
“Continuando, decimos que fue un llamamiento personal. En el árbol también estaban unos muchachos junto con Zaqueo, pero no había la menor duda acerca de la persona que fue llamada. Fue “Zaqueo, date prisa, desciende.” La Escritura menciona otros llamamientos. Se dice especialmente “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.” Observen que ese no es el llamamiento eficaz al que se refiere el apóstol, cuando dice: “Y a los que llamó, a éstos también justificó.” Ese es un llamamiento general que muchos hombres, más bien, todos los hombres rechazan a menos que venga acompañado del llamamiento personal, particular, que nos hace cristianos. Ustedes mismos pueden dar testimonio que fue el llamamiento personal el que los trajo al Salvador. Quizá fue algún sermón el que los condujo a sentir que ustedes eran, sin duda, una de las personas para quien iba dirigido. El texto tal vez fue “Tú eres Dios que me ve;” y el ministro puso un énfasis especial en la palabra “me,” de tal forma que tú pensaste que el ojo de Dios estaba puesto sobre ti; y antes de que terminara el sermón, pensaste que viste a Dios abriendo los libros para condenarte a ti, y tu corazón susurró “¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea?” Quizás estabas subido en una ventana, o de pie junto a la muchedumbre en el pasillo; pero tuviste la sólida convicción de que el sermón fue predicado para ti, y para nadie más. Dios no llama a Su pueblo en multitudes, sino de uno en uno. “Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). Jesús ve a Pedro y a Juan pescando en el lago y les dice: “Venid en pos de mí.” Contempla a Mateo sentado al banco de los tributos públicos y Él le dice: “Levántate y sígueme,” y Mateo así lo hizo.” [4]
Lázaro se levantó, resucitó y vino a Cristo. Esto es un simbilismo del nuevo nacimiento de aquellos que están muertos espiritualmente. Cuando el llamado sale, llega el poder para levantar a los muertos. Es, por lo tanto, un llamado eficaz. Qué dice el apóstol Pablo,
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó, aún estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos) y juntamente con Él nos resucitó” Efesios 2: 4-6
“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircucisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con Él” Colosenses 2: 13
4. Juan 6: 37
“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí”
Podemos preguntarnos varias cosas: a. Hay más personas que vienen a Él? b. Hay menos personas que vienen a Él? Estas dos preguntas las responde la siguiente afirmación: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí.” Ni más ni menos. Todo lo que el Padre le da al Hijo viene a Él. c. Qué es primero, creer o ser llamado a creer? Vemos de este mismo pasaje que lo primero que ocurre es el llamado de Cristo a través del Espíritu Santo.
5. Juan 6: 44
“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Así es como un hombre llega a tener fe en Cristo; el Padre lo trae a Cristo. Todos los que el Padre llama serán atraídos irresistiblemente hacia Cristo. La palabra en griego para “atraer” es helkuo, que significa “arrastrar o impulsar.” [5] Esta palabra da la idea de algo que está siendo llevado a la fuerza; implica un extraordinario poder siendo aplicado sobre un objeto. Veamos otros pasajes donde vemos esta palabra,
“Pero viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron [helkuo] al foro, ante las autoridades” Hechos 16: 19
“Así que toda la ciudad se conmovió, y se agolpó el pueblo; y apoderándose de Pablo, le arrastraron [helkuo] fuera del templo, e inmediatamente cerraron las puertas.” Hechos 21: 30
“Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó [helkuo], e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.” Juan 18: 10
“El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar [helkuo], por la gran cantidad de peces.” Juan 21: 6
“Subió Simón Pedro, y sacó [helkuo] la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió.” Juan 21: 11
La palabra helkuo que vemos en estos versos, es la misma que leemos en Juan 6: 44. Qué implica entonces? A Pablo y a Silas no los llevaron dulcemente ante las autoridades. Estos hombres tomaron por la fuerza a los discípulos de Cristo y los llevaron. Lo mismo cuando a Pablo lo echaron los judíos fuera del templo. Esto lo hicieron a la fuerza. Pedro, ejerció fuerza para sacar de la funda su espada y herir a Malco. La misma fuerza fue necesaria para sacar a todos los peces que habían pescado.
Qué hace Dios con el pecador? Lo toma por la fuerza y lo arrastra a los pies de Cristo. Porqué? Porque “nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino.” El Padre es quien nos arrastró hacia Cristo. Esta palabra, helkuo, tiene una connotación de impulsar, es decir, una fuerza aplicada sobre un pecador que es tan perverso que no vendría a Cristo por su propia voluntad. Esta es la verdad que nos enseña Jesús en el evangelio del apóstol Juan, acerca de la gracia irresistible.
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[1] A. W Pink. Sovereignty of God. Página 66.
[2] James M. Boice. Reformed Theology.
[3] A. W. Pink. Exposition of the Gospel of John. Capítulo 18.
[4] Charles Haddon Spurgeon. El Llamamiento Eficaz.
[5] Strong’s Greek Lexicon. Número 1670.
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