Romanos 10: 1-4
“La pregunta más importante del siglo veintiuno es: Porqué Cristo sufrió tanto? Pero nunca entenderemos la importancia si no podemos ver más allá de la causa humana. La respuesta más importante a la pregunta, Quién crucificó a Jesús? es: Dios lo hizo. Es un pensamiento increíble. Jesús es Su Hijo. Y el sufrimiento sin igual. Pero todo el mensaje de la Biblia nos lleva a esta conclusión. El profeta hebreo Isaías dijo, “Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento” (Isaías 53:10). El Nuevo Testamento cristiano dice, “[Dios] no escatimó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros” (Romanos 8:32). “a [Cristo] Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre” (Romanos 3:25).Pero, cómo es que este hecho divino se relaciona con las acciones pecadoras de los hombres que mataron a Cristo? La respuesta dada en la Biblia es expresada en una plegaria: “Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera.” (Hechos 4: 27-28). La profundidad de esta visión de la divina soberanía nos quita el aliento. Pero es también la llave para nuestra salvación.” John Piper. The Passion of Jesus Christ. 2004.
“1 Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación. 2 Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. 3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; 4 porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.” Romanos 10: 1-4
Antes de iniciar con el análisis de este capítulo quiero que veamos algo muy importante de la vida de Timoteo, un ministro de Dios muy amado por Pablo. Veamos algunos pasajes,
“trayendo a tu memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también” 2 Timoteo 1: 5
“Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quien has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” 2 Timoteo 3: 14-15
Timoteo era un hombre que desde su niñez fue enseñado en la doctrina judía por su madre y abuela, a pesar de tener un padre griego no creyente (Hechos 16: 1-3). Lo que quiero que veamos es lo que Pablo le dice: “las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15). Pablo le dice a Timoteo que las Sagradas Escrituras, que en ese momento consistían únicamente del Antiguo Testamento, apuntan a Cristo. Y fue debido a que Timoteo fue enseñado con fe por su abuela y su madre, cuando Timoteo oyó de Cristo, creyó en Él, y a diferencia de los demás judíos de los que ha estado hablando Pablo en Romanos, no tropezó en la piedra de tropiezo. Timoteo vio a Cristo como la meta de la ley.
Qué fue lo que pasó entonces a Israel? Estaban los padres enseñando a sus hijos lo que la abuela y madre de Timoteo le enseñaron a él? Todo lo que el Antiguo Testamento habla es acerca de Cristo. Por eso vemos el dolor que tiene Pablo cuando ve a sus compatriotas pereciendo (Romanos 10:1). Los israelitas no eran sabios para la salvación. Porqué? Qué es lo que no sabían? Los versos 3 y 4 nos dan la respuesta:
“3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; 4 porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.”
Lo que no saben es que el someterse a la ley de Dios, es sobretodo, recibir por medio de la fe el regalo de “Cristo, para justicia a todo aquel que cree” (Romanos 10:4). Pero Pablo está angustiado, ya que ve que los israelitas cree que el someterse a la justicia de Dios es intentar mantener justicia en sus vidas por ellos mismos. Y así mismo piensan muchos cristianos hoy en día.
Pablo nos enseña que cuando intentamos vivir de esta manera, es decir, cuando intentamos ser justos tratando de mantener los mandamientos de Dios, NO nos estamos sometiendo a la justicia de Dios. Porqué? Puede parecernos que nos estamos sometiendo tratando de mantener la ley. Pero, verdaderamente, porqué esta obediencia no es suficiente para que seamos declarados justos? Veamos la respuesta en los siguientes pasajes:
“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él.” Romanos 3:21-22
“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” Filipenses 3:8-9
“Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.” Romanos 10:4
La razón de porque intentar someterse a la justicia, tratando de mantener los mandamientos de Dios, es porque no estamos obedeciendo a Dios. Dios nos dio la ley para que vieramos a Cristo. Dios nos dio a Cristo para que pudiéramos ser justificados. Si lo hacemos de otra manera, entonces estamos despreciando la justicia que nos provee Cristo. Cristo es el único medio por el cual Dios nos va a declarar justos (inocentes). Es solamente por la perfecta justicia y obediencia de Cristo, por lo que somos justificados, no por mantener la ley. Ya hemos hablado que todos nosotros somos pecadores (Romanos 3:9-12, Romanos 3:23) y por ello no podemos ser perfectamente obedientes para mantener la ley a la perfección. Y si entonces intentamos hacerlo, vamos a fallar el significado de la ley, al igual que los israelitas de los que habla Pablo, y cuando estemos parados frente a Dios, vamos a ser condenados.
Ninguno de nosotros NUNCA será lo suficientemente bueno para poder adquirir la justicia necesaria para ser absuelto en el juicio de Dios. O es Cristo nuestra justicia, o pereceremos en el infierno. Cristo es nuestra única esperanza. Pablo entonces nos hace ver que los israelitas están pereciendo porque no entendieron todo el punto de la ley, a diferencia de otros como Timoteo.

