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Romanos 9: 6-13

September 28, 2007

No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes. Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor. Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.” Romanos 9: 6-13

Como hemos visto, lo que Pablo dijo en los versos 1-5, no solo es un problema personal para Pablo y los judíos, sino que es un problema teológico para todos aquellos cuya vida eterna depende de la fidelidad de Dios. El problema que Pablo plantea es que Israel es el pueblo escogido de Dios, pero que la mayoría de ellos están separados de Cristo. Nos preguntamos nosotros, entonces, es Dios fiel a sus promesas?

Y el problema para nosotrs es que si Dios no es fiel con Israel, entonces como lo va a ser con nosotros. Cómo entonces se van a cumplir las promesas de Romanos 8? Esas promesas no nos siren de nada si Dios es infiel a su pacto con Israel.

Pero en el siguiente pasaje, Pablo trata el tema con dos ilustraciones del Antiguo Testamento. El verso 6 es el tema central de todo el capítulo 9, ya que establece que los israelitas son el pueblo escogido de Dios, y que además están separados de Cristo, pero NO es cierto que la palabra de Dios haya fallado. No es cierto que Dios sea infiel.

Pero, cómo es que Dios no es infiel? La respuesta nos la brinda tres veces en los versos 6-9, y nos brinda 2 citas del Antiguo Testamento en las que basa su argumento. Primero, en le verso 6 dice: “porque no todos lo que descienden de Israel son israelitas”. Es decir, Pablo dice que las promesas son para el verdadero Israel, para el Israel espiritual, pero no son para Israel como etnia. Segundo, en el verso 7 hace el mismo punto: “ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos”. En otras palabras, las promesas son para los hijos de Abraham, pero no para todos los descendientes de Abraham. Puede sonar un poco confuso, pero lo vamos aclarando más adelante. Tercero, en el verso 8 dice algo sin mencionar ni a Israel ni a Abraham: “No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino los que son hijos según la promesa son contados como descendientes”. Y esta es la razón por la cual la palabra de Dios no ha fallado. Este es el motivo de porque Dios no es infiel. Porque las promesas son para los hijos de Dios según la promesa y no para todos los descendientes de Abraham.

Cuál es el soporte del Antiguo Testamento que nos brinda? La primera nos la brinda en el verso 7, citando un pasaje en Génesis 21:12. Acá Dios le está diciendo a Abraham, que a pesar de que tenga un hijo (Ismael), este no va a ser el heredero de la promesa. Por el contrario, “ en Isaac te será llamada descendencia” (Génesis 21:12). Lo que Pablo quiere que veamos es que el ser un hijo de Abraham, y ni siquiera por ser el mayor, hace de Ismael el heredero.

Pablo además agrega otra cita de Génesis en el verso 9: “De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo.” Génesis 18:10. El contexto de lo que Pablo está queriendo decir es de suma importancia. Dios le ha prometido a Abraham bendecir a todas las naciones de la tierra a través de él (Génesis 12:3), que su descendencia sería como las estrellas del cielo (Génesis 15:5). Pero en ese momento Abraham no tenía hijos y su esposa Sara era estéril. Qué es lo que debió haber hecho Abraham en ese momento? Confiar en la promesa de Dios. Pero quiso hacer que la promesa viniera por su propio esfuerzo, y utilizó a Agar, la sirvienta de Sara, a quien tomó como concubina, y de ahí salió Ismael. Según Abaraham estaba ayudandole a Dios en el cumplimiento de su promesa. Ismael fue un hijo de la carne, según Pablo, y su posición como primogénito de Abraham se debió únicamente al pecado de Abraham, al querer justificarse con obras (Isaías 64:6).

Luego Abraham quería que Ismael fuera el heredero de las promesas de Dios, y le hace el pedido a Dios en Génesis 17:18, pero Dios le dice: “ Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él.” (Génesis 17:19). Pueden ver la soberanía de Dios en lo que Pablo quiere que veamos? Dios prometió, y Dios lo hará. Las promesas de Dios no son predicciones de lo que puede pasar en el futuro con ayuda de nosotros los hombres. Las promesas de Dios son declaraciones de lo que Dios va a hacer por su soberano poder. El viejo Abraham y la estéril Sara no tendrán un hijo de la carne, sino un hijo de la promesa.

El nacimiento de Isaac es un ejemplo de cómo nace cada hijo espiritual de Dios. El trabajo decisivo es de Dios, no de Abraham, ni de Isaac, ni nuestro. Solamente de Dios.

La segunda ilustración que usa Pablo del Antiguo Testamento, la vemos en el verso 10, con la historia de Jacob y Esaú, quienes fueron los hijos de Isaac y su esposa Rebeca. Pablo hace notar dos cosas importantes en la historia del nacimiento de Jacob y Esaú. Primero, que eran gemelos. Es decir, que las diferencias entre ambos eran mínimas, así como las condiciones del parto. Así que culaquier elección entre ellos debía estar basado en Dios y no en ellos. Segundo, ambos fueron concebidos por los mismos padres. Alguién pudo haber dicho de la ilustración previa, que Ismael no había sido elegido por Dios porque su madre no era judía, pues Agar era una gentil. Pablo entonces clarifica el punto que quiere hacer, diciendo que Jacob y Esaú tenían los mismos padres y aún así Dios escogió a Jacob como el hijo de la promesa.

En los versos 11 y 12, Pablo hace notoria la elección incondicional de Dios. La cita de Génesis 25:23 (verso 12) deja en claro que Dios elige a las personas incondicionalmente antes de que nazcan. Incusive Pablo nos dice: “(pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras, sino por el que llama)” (Romanos 9:12). Pablo cita Génesis para remover la objeción de alguna persona en decir que Dios escogió a Jacob porque era mejor que Esaú. No fueron sus comportamientos en el futuro, ni su fe, ni sus padres, que hicieron que Dios escogiera a Jacob sobre Esaú. La elección fue incondicional, basada únicamente en la soberanía de Dios como el Creador de todas las cosas.

Con este pasaje quitamos del camino doctrinas como la “Scientia Media” promulgada por dos jesuitas en el siglo XVI, llamados Molina y Fonseca, los cuales dijeron que Dios basaba su elección viendo el futuro y entonces eligiendo dependiendo de cual era el que era mejor. Este pasaje destroza tal doctrina, pues Dios nos deja claro que Él elige por su soberanía. Esto lo vemos en la historia de Jacob y Esaú. Jacob era un vago, quien mientras crecían pasaba en su casa, mientras que su hermano Esaú salía a cazar annimales para traer alimento a su casa. El nombre Jacob significa “suplantador” o “engañador”, pues Jacob engañó a Esaú para que le diera el derecho de la primogenitura, y además suplantó a Esaú para que su padre Isaac le diera la bendición a él antes de que Isaac muriera. Si lo vemos con ojos humanos, el que merecía ser elegido era Esaú. Pero Dios había elegido como soberano del universo. Y eligió a Jacob y aborreció a Esaú.

La doctrina de la elección NO contradice la verdad de que Jacob, Esaú y cada uno de nosotros vamos a hacer cosas de las cuales vamos a hacer responsables ante Dios. Si Jacob iba a ser salvo era por fe, y si Esaú iba a ser condenado iba a ser por su maldad y su falta de fe. Nuestro juicio final será basado en como respondamos a Cristo en esta vida. Recordemos que todos estamos sin excusa (Romanos 1:20).

La doctrina de la elección incondicional lo que hace es derrumbar la creencia en la glorificación del hombre, donde el hombre decide al final su salvación; y por el contrario la reemplaza con el incndicional amor y propósito de Dios en la elección, como único soberano.

El tener fe trae salvación, y el no tenerla trae condenación eterna. Todos somos responsables de lo que ocurra en nuestras vidas. Pero detrás de todo esto se encuentra la libre e incondicional elección de Dios de quienes van a ser salvos y quienes van a ser condenados. Los electos creen y los no electos no creen. Nosotros no somos soberanos, ni tenemos auto-determinación, ni somos autónomos. Solamente lo es Dios. Cómo hace Dios para elegir a uno y condenar a otros, sin tener que despreciar nuestra responsabilidad? Nadie lo entiende por completo. En lo que si es clara la Biblia, es que Dios es soberano, en que nosotros somos Sus criatura y no tenemos excusa de no creer en Él; Dios elige a los que serán salvos y condena al resto; y que el hombre NO está fuera del control de Dios.

Mi consejo es que es mejor decir que esta doctrina es difícil de entender, que decir que la Biblia no es clara, o que la Biblia está errada. Es mejor pensar en la soberanía de Dios, que pensar en el libre albedrío, y gloriarse cuando estemos frente a Dios, y seamos enviados al infierno por creer que el hombre es capaz de salvarse por sí mismo.

Ahora, veamos el verso 13. Pablo cita a Malaquías 1: 2-3. Qué es lo que vio Pablo en la cita de Malaquías? Veamos ese pasaje:

Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: En qué nos amaste? No era Esaú hermano de Jacob? Dice Jehová. Y amé a Jacob, y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto.” (Malaquías 1:2-3)

Dios está argumentando su amor por Jacob. Ellos le dicen a Dios: “En qué nos amaste?”(Malaquías 1: 2), y el responde: “No era Esaú hermano de Jacob?”. Es decir Dios les dice: “No eran ambos hijos de Isaac? No eran gemelos? No era inclusive Esaú el mayor, el que tenía el derecho a la primogenitura? Y les responde: “Y amé a Jacob”. Pablo vio este punto en Génesis y ahora en Malaquías, es decir, que tanto Esaú como Jacob tenía igual derecho a las promesas de Dios, básicamente ninguno. Para aclarar: Nadie tiene el derecho de decirle a Dios que hacer con los regalos que le ofrece a sus criaturas, pues todos hemos pecado y estamos destituídos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Dios es el que regala las promesas incondicionalmente. Todos hemos desechado a Dios, y Dios le da el regalo de la fe, por el poder de Su gracia, a quien a Él le plazca, como soberano que es. Ninguno de nosotros podrá experimentar el infinito amor de Dios por nosotros, hasta que entendamos que Dios nos ha elegido para ser salvos, a pesar de que pecamos en su contra y estábamos destituídos de Su gloria.

Pero, ahora continuemos con los verso 3y 4 de Malaquías 1:

y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto. Cuando Edom dijere: Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado; así ha dicho Jehová de los ejércitos: Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamarán territorio de impiedad, y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre.

El verso 4 nos hace ver dos cosas importantes para entender el odio de Dios. La primera es en la palabra “impiedad”. Recordemos Romanos 1: “Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia” (Romanos 1: 24). Cuando Dios escogió a Jacob para salvación antes de nacer, no hubo ningún decreto de que Esaú sería llevado al juicio inocente. Dios desechó a Esaú, le privó de Su amor y lo entregó a inmundicia. Y debido a Esaú actuó impiamente, fue responsable por ello y merecía toda la ira de Dios.

Segundo, Hay un lado pasivo y otro activo del odio de Dios. Pasivamente Dios priva de Su amor a Esaú y se lo entrega solamente a Jacob, y entrega a la inmundicia a Esaú. Pero activamente, Dios está enojado con la impiedad de Esaú. Y si Esaú es finalmente condenado, nada en él puede decir “soy inocente”. Todo en su ser, su conciencia, dirá:” he pecado y estoy destituído de la gloria de Dios”. Y Jacob por otro lado, temblará de miedo del poder y la ira de Dios manifestada en Esaú, y se preguntará porqué el fue escogido, amado y salvado por Dios.

Tengamos cuidado de decirle a Dios como debería salvar y actuar!!! Tenagamos cuidado de no querer poner nuestro razonamiento sobre la Biblia. Tengamos cuidado al pensar que nuestro corazón es lo suficientemente bueno para juzgar la bondad de Dios. Tengamos cuidado al creer que somos lo suficientemente sabios para juzgar la sabiduría de Dios. Hay millones de razones por las cuales Dios actúa de esta manera que nosotros no podemos comprender:

Las cosas secretas pertenecen a Jeshová nuestro Dios” Deuteronomio 29:29

Dios no está opuesto a preguntas humildes y honestas con respecto a la elección incondicional. Pero debemos tener cuidado de querer menospreciar la sabiduría y la palabra de Dios. Nuestra mente se corrompió igualmente con la caída de Adán. Dios es infinitamente sabio. Lo que hemos visto hasta ahora en Romanos es que la creación del universo, la historia del mundo, el plan de salvación, la venida de Cristo, su muerte y resurrección a favor de los pecadores, y el regalo de la fe, son todos para la gloria de Dios. Lo que ha ocurrido, ocurre actualmente y ocurrirá se encuentra dentro del propósito de Dios desde antes de la fundación del mundo.

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