La Justicia de Dios: Nuestro Padre
Como vimos en la entrada anterior, la Biblia nos demuestra que Dios creó todas las cosas con el fin de regalarnos la posibilidad de presenciar su gloria. Ahora, que fue lo que ocurrió? Fue el pecado de Adán y Eva lo que nos separó de Dios. Fue la desobediencia de nuestros primeros padres, lo que no nos permitió presenciar esa infinita gloria.Cuando leemos los primeros 3 capítulos de Génesis, nos damos cuenta que Adán y Eva convivían con la gloria de Dios. Jehová caminaba entre ellos. En Génesis 3: 7-13, leemos que justo después de que Adán y Eva desobedecieran el mandamiento de Dios, y de una manera adoraran sus deseos antes que a Dios, sus ojos se abrieron. Pero lo que vamos a resaltar es el versículo 8, en donde dice que les dio miedo pues escucharon la voz de Dios, el cual se paseaba en el huerto. Y les dio miedo porque se dieron cuenta que habían pecado.
“Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.” Génesis 3: 8
Qué increíble? Saber que Dios caminaba entre ellos. Pero debido al pecado, fuimos castigados y desterrados de su presencia. Y es acerca de ésto, lo que trata esta nueva serie, pero antes debemos comprender otras cosas.Como decíamos, en la entrada previa vimos que, quiéranlo o no, Dios fue el creador de todas las cosas. Dios es soberano sobre TODA la creación. Y como creador, es por lo tanto, el amo y señor de cada átomo de nuestro ser. Muchos de nosotros se resisten a enfrentar esta realidad, y como Herodes (Mateo 2), desearían que Jesús no existiera, ya que es Jesús el rey de todas las cosas (Colosenses 1).
En esta entrada vamos a ver lo que dice la Biblia acerca de nuestra relación con Dios, para analizar en las otras entradas, como actúa Dios para establecer su justicia. Es importante que comprendamos que así como el primer Adán nos apartó de la presencia de Dios, el último Adán (1 Corintios 15:45), o sea Cristo Jesús, nos trajo de nuevo a la presencia de Dios.
Jesús, durante su ministerio, le enseñó a sus discípulos como deberían orar, y a través de ellos, nos enseñó una cosa sumamente importante. En el momento en que aceptamos la soberanía de Jesús sobre nosotros, y le entregamos nuestras vidas, somos adoptados por Dios el Padre. Es Jesús, quien nos hace de nuevo Sus hijos. Veamos el pasaje en Mateo 6:
“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en tierra.” Mateo 6:9-10
Esta enseñanza de Cristo, NO es una fórmula que debemos orar como loritas, es decir, repetidamente. Cómo sabemos que Jesús no nos está dando frases para que nos las aprendamos de memoria? Por el versículo 7, que dice:
“Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.” Mateo 6: 7
La enseñanza de Jesús es que los que le han aceptado a Él como su señor, pueden saber con seguridad que pueden venir ante Dios, ya no como renegados, como sus enemigos, pero más bien como Sus hijos.Otra de las cosas maravillosas que he aprendido de Jesús en estos meses, se encuentra en la historia del tabernáculo (Exodo 26: 31-33). En este pasaje vemos que Dios mandó a Moisés a hacer un tabernáculo, en el cual pondrían el arca del pacto, que era donde se encontraban las tablas de la Ley, y el arca estaría en medio de cortinas. Entre éstas, estaba Dios.
Pero porqué en medio de cortinas? Debido a que sólo los sacerdotes de la tribu de Leví, que eran los escogidos de Dios, podrían atravesar esas cortinas, y estar en la presencia y gloria de Dios, para hacer expiación por los pecados del pueblo. Cualquier persona que no fuera de los escogidos, que se acercara a esas cortinas, moría, ya que Dios se encontraba ahí.
Muchos dirán que porque solamente unos pocos podían estar dentro del tabernáculo. Sencillamente porque Dios nos había echado de su presencia por nuestro pecado. Pero siendo misericordioso, escogió una familia para que intercediera por ellos.
Luego vemos que conforme se instauraron los reinos de Israel, el arca se va a colocar en el Templo que construyó Salomón, cubierto por cortinas, para que nadie muriera. Pero lo más bello, lo leemos en el pasaje que describe los momentos posteriores a la muerte de Cristo.
“Mas Jesús, dando una gran voz, expiró.Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.” Marcos 15: 37-39
Si leen con atención, se darán cuenta la metáfora de lo que ocurrió con la muerte de Jesús. Cristo nos enseñó que únicamente a través de Él podíamos llegar al Padre (Juan 14:6). Que sólo a través de Él podíamos ser Sus hijos. Pues otra forma de verlo es que así como Adán nos separó de Dios, lo cual estaba representado en la cortina que protegía el arca, Jesús vino a romper esa cortina y traernos ante la presencia de Dios.Entonces, antes de entrar a analizar las acciones que toma Dios contra aquellos que traspasan Su Ley, es de gran importancia que entendamos que a través de Cristo, Dios nos ha hecho Sus hijos, y que tanto a Sus hijos como a Sus enemigos, castiga. Sus hijos son castigados con el brazo del amor infinito de Dios, mas sus enemigos, probarán el brazo poderoso de Su ira. Pensemos entonces de que lado queremos estar. Amén.

