Gozo en el cielo!!!
Vamos a analizar en esta entrada las tres parábolas enseñadas por Jesús, las cuales leemos en Lucas 15: 3- 32. Estas parábolas, La oveja perdida, La moneda perdida y El Hijo perdido, explican de una forma muy superficial, pero con un mensaje profundo para nuestras vidas, el gran amor que Dios tiene para con nosotros.
Cuando leemos las dos primeras historias, vemos un reflejo de lo que Dios hace cada instante para recuperarnos. Porqué recuperarnos? Muchos podemos pensar que no estamos perdidos en la vida, pues tienen metas y han alcanzado algún éxito en el mundo, etc. Pero ante los ojos de Dios, TODOS y cada uno de nosotros estuvimos ó estamos perdidos.Vemos que Dios hizo la creación en perfección, en armonía y paz, hasta que el hombre, decidió idolatrarse (tema que analizaremos próximamente). En ese momento, cuando el hombre decide que quiere ser como Dios, entra el pecado al mundo, y el hombre es maldecido. Dios entonces lo castiga (Génesis 3), y entonces es juzgado por Dios.
El hombre entonces decide continuamente apartarse de la presencia de Dios, por lo cual Dios lo juzga y luego le entrega SUS leyes, bajo las cuales debe el hombre regir sus vidas. La raza humana decide entonces desobedecer, por lo cual Dios, por ese amor perfecto que nos tiene, desea redimirnos y envía a Su Hijo a morir, en lugar de aniquilar a la raza humana, y marca de esa manera el camino que debemos seguir para llegar hasta Él.
Cuando la Biblia se refiere a que estamos perdidos, se refiere a que estamos lejos de la presencia de Dios. Nos encontramos en un lugar, en donde tienen más importancia nuestros deseos (ídolos) que la Ley de Dios.
Lo que ejemplifican las parábolas de la oveja y la moneda perdida, es el amor de Dios, de buscarnos, cuando nosotros andamos satisfaciéndonos en nuestros propios deseos. Cómo hizo ésto Jehová? Haciéndose hombre y viniendo a la tierra a enseñarnos y luego morir en nuestro lugar. Dios nos continua buscando, con la esperanza de que volvamos nuestros ojos a Él.
Pero la parábola que más me impresiona, es la del Hijo perdido. Primero, es así como Dios nos llama a nosotros. Jesús nos enseña que cuando oremos debemos llamarle a Dios: Padre. Entonces eso nos hace SUS hijos.
Todos nosotros somos pecadores, y en algún momento de nuestras vidas hemos decidido seguir nuestros propios deseos, dejando atrás a Dios. Muchos hemos decidido deleitarnos en nuestro pecado, pues preferimos pensar en nosotros mismos, igual a lo que hizo Caín. Sino veamos lo que dice la Biblia:
“por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” Romanos 3: 23″He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.” Salmos 51: 5
Debemos tener eso muy claro. No hay ningún hombre que haya estado, ni que esté sin pecado. Todos hemos sido concebidos en pecado. Es por ello que necesitamos de Cristo, para que seamos perdonados de nuestros pecados y así redimidos ante Dios.Pero entonces si continuamos con la historia, Dios nos llama sus hijos, y nosotros hemos decidido tomar los regalos o dondes que Dios nos regaló, y los hemos utilizado y malgastado en nosotros mismos, al igual que el hijo de la historia:
“No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.”
Lucas 15: 13
Pero como siempre, llegan los días malos, y muchos de nosotros decide continuar en pecado. En la historia narrada por Jesús, el hijo, siendo judío, prefiere ir y trabajar con los cerdos (animal impuro en el judaísmo) antes que reconciliarse con su padre:
“Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.” Lucas 15: 15-16
Pero Dios nos ama y siempre toca nuestros corazones, haciéndonos saber que Él está ahí para perdonarnos y amarnos. Que pasa después es la historia? El hijo se acuerda de la vida que tenía con su padre, y decide arrepentirse y volver con él y pedirle perdón. Luego el padre se regocija, al saber que su hijo, al que creyó perdido o muerto, volvió y la manda a vestir en las mejores prendas y le pone un anillo en su mano. Y para festejar este regreso, hace una fiesta.Debemos saber que no somos nosotros los que reconocemos que hemos pecado. Es Dios quién nos llama y nos hace ver el pecado en el que hemos estado, y nos llama al arrepentimiento. Si nosotros nos arrepentimos de corazón, entonces Dios nos lava con la sangres de su Hijo, y nos da otras vestiduras, las cuales no tienen mancha de pecado.
Cuando leo esta historia, me pregunto si los harapos en los que andaba el hijo, será la forma en que Dios nos veía a nosotros cuando andabamos en pecado? Dios nos mira sucios, manchados por el pecado, es por ello que nos lava con la sangre de Cristo:
“y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre” Apocalipsis 1: 5″No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.”
1 Corintios 6: 9-11
Debemos saber que Dios siempre está ahí, esperando nuestro regreso. Uno de los pasaje de la Biblia más bellos, se encuentra en 1 Juan 4:10:
“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.“
Dios nos amó primero, no es lo contrario. Muchas veces creemos que somos nosotros lo que hemos buscado a Dios, cuando la verdad es que Dios nos buscó primero, y por su inmensa misericordia y gracia, nos llamó para que fueramos salvos. Es por ello que cuando vemos la deidad de nuestro Padre, y le pedimos perdón, Él se regociga en el cielo…pues ha vuelto el hijo perdido. Amén.

